Imponente.

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– Dices que no soy confiable ¿Pero y tú? ¿Yo puedo confiar en ti?

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– Dices que no soy confiable ¿Pero y tú? ¿Yo puedo confiar en ti?

– ¿Te he hundido? ¿Me he metido en tu estilo de vida? ¿Te prohibi hacer algo? Porque según yo tú sigues abordando a toda mujer que se te antoja — se acercó tomándolo fuerte de la corbata, obligandolo a mirarla — Hace mucho tiempo pude deshacerme de ti Luís y eso te consta, no somos socios, no somos amigos y lo que más te jode, es que no somos amantes

– Por supuesto que me jode, mira nada más lo que estás haciendo — rodeo su cintura con ambas manos — Te presentas aquí con esa actitud altanera que sabes bien, me enloquece, estás obligándome constantemente a que te tenga la mirada encima y todo porque te encanta tenerme al borde ¿Por qué?

– Porque te prestas para eso — esbozo una leve sonrisa que estaba cargada de muy malas intenciones — Te quejas de que nada más vengo a provocar — se acerca a su rostro — Pero ¿Quién se deja? Mírate nada más, lo único que necesito hacer es empujarte contra el escritorio para probar mi punto

– No es tan fácil así Altagracia...



Intento robarle un beso pero ella fue más rápida, empujándolo contra el escritorio sin soltar el agarre en su corbata, un punto realmente débil en él que Altagracia conocía a la perfección, se inclino sólo un par de centímetros para verse aún más provocativa y había funcionado pues José Luís se quedó sin aliento, ella era realmente intimidante en especial cuando sus grandes ojos verdes te miraban fijo.


– ¿Ves mi punto? Luís... — susurró de una manera dócil


Aquel tono de voz había conseguido que las piernas de José Luís temblaran, ella lo tenía contra las cuerdas y era consciente de que no podría salir de allí, aunque de todos modos no deseaba hacerlo, una de sus fantasías se estaba cumpliendo ahora mismo.


– Ahora mismo podría hacer lo que se me antojase contigo — sus dedos índice y medio iniciaron el recorrido por su pecho obligandolo a pasar saliva — Siempre intentas aparentar ser dominante...


Se acercó un poco más a su boca permitiendole apreciar mejor el exquisito perfume, su mente trataba de reconocer las notas de olor pero no pudo, estaba tan perdido en esos ojos que sentía no poder dejar de verlos


– ¿En serio piensas que puedes hacer lo que se te venga en gana conmigo? — rozó sus labios con los suyos por escasos segundos — Luís... Luís


Soltó una leve risa que sólo logró ponerlo más caliente de lo que ya estaba, había pasado por alto todo el poder que Altagracia tenía sobre él, la sintió respirar contra su quijada antes de que lo mordiera, no fue doloroso pero consiguió hacer que la piel se le erizara, alejo su cuerpo del suyo aún sin soltar la corbata. Pudo verla enderezarse mientras lo miraba con esos lindos ojos verdes, unos verdes bien oscuros, aquel característica en ellos sólo denunciaba la excitacion que le había generado tenerlo a su merced. Mientras se iba alejando, la corbata se deslizaba casi de una manera divina entre sus dedos, hasta que finalmente regreso a José Luís.


Barrotes De AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora