Los siguientes treinta minutos José Luís le remango el vestido a la altura de los muslos, con la mano libre la ayudo a ponerse cómoda tanto como fuera posible; tuvo que colocar varías almohadas detrás suyo para que siguiera erguida, ya después le ofreció la mano dado a que estaba muy ansiosa mirándolo cada instante, el miedo de que la abandonará a nada de dar a luz era inmenso, verla sufrir definitivamente no era para nada lindo pero tampoco podía hacer mucho, en cierto momento las cosas cambiaron desde la forma en que respiraba, hasta la manera en que le apretaba la mano, supuso que los dolores habían empeorado, cuando de su boca salió un gemido corto y el cuerpo se le tenso descubrió que había comenzado a pujar.
Reaccionó tan rápido como pudo, se colocó los guantes que encontró en el botiquín y algo intimidado tomó asiento frente a sus piernas, definitivamente no se veía nada aún pero el nerviosismo de que pronto un bebé se asomaria era tanto que ya comenzaba a sentir leves náuseas. Los primeros pujos fueron largos y bastante fuertes pero perdieron la fuerza con el pasar de los minutos, se estaba cansando mucho en tan poco tiempo por todo el estrés que su cuerpo estaba sintiendo, cuando la cabeza comenzó a asomar el dolor era mucho más intenso, era casi imposible no gritar entre pujos.
– No sale... ¿¡Por qué no sale!? — gime dejándose caer sobre las almohadas
– No te rindas ahora que la cabeza ya asomó — palmea su pierna — Vamos Altagracia que estoy luchando contra mis ganas de desmayarme
– Ay pobrecito ¡Un ser humano sale de mi cuerpo! ¡Por un orificio bastante chiquito!
– Tienes que respirar hondo para que se te relaje el cuerpo — la jala para adelante pero ella no le suelta la mano — Tú puedes hacerlo, ya casi está fuera
– ¿Ya casi?
– Bueno más o menos pero falta menos que hace diez minutos
– ¡Que alentador!
Ambos se hubieran puesto a discutir de no ser porque la siguiente contracción llegó con terribles ganas de pujar, José Luís necesito apartarse un momento porque se había presentado algo de sangre y tampoco entendía como algo tan bonito podía ser algo extremadamente perturbador, mientras él recuperaba algo de color y tomaba grandes bocanadas de aire. Altagracia se concentró en respirar, tuvo que bajar una de sus manos hasta sentir la cabeza del bebé, por un momento también entró en pánico pero las contracciones no daban tregua; un grito bastante fuerte hizo que José Luís se volteara y corriera a su lado, tuvo que respirar hondo a la par que Altagracia cuando notó que estaban a nada de ser padres.
– ¡Ahh Dios!
– ¡Fuerte que ya casi está fuera! ¡Carajo tendremos un bebé! — besa su mejilla
El último pujo vino acompañado de cortos jadeos, así como varías maldiciones, unos momentos después el llanto fuerte de la recién nacida opaco los quejidos de su madre. Los dos observaron a la pequeña mover los brazos a medida que lloraba sobre la toalla, con las manos algo temblorosas Altagracia decidió tomarla en brazos.
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Barrotes De Acero
LosoweOh barrotes! Fríos, tan fríos cómo tus manos cuando soltaron las mías. Delgados cómo tus lindos labios. Pero fuertes cómo la espada que clavaste en mi costado, el día que me traicionaste.