Capítulo 3:
-¡Wow! Pero que hermosa mujer, deberías darle unas clases a Natasha. –Dijo con una sonrisa pícara. No se si lo decía por mi rostro o por mi vestimenta poco adecuada a la ocasión, ya que llevaba una musculosa blanca sin pantalón. No había llevado mi maleta, estaba en el hotel, demonios. -¿Nunca te han dicho que es de mala educación escuchar detrás de la puerta? –Reí –No seas malo con tu novia, ella es linda-. Me encerré nuevamente en el baño para vestirme con la ropa de anoche. En ese momento entró Natasha a la habitación. -Samantha, ¿no quieres que Natasha te preste algo de su ropa? –Dijo Abel. -Quizás tenga algo que te quede –Dijo ella. ¿Por qué era así conmigo? Éramos casi iguales físicamente, sólo que yo era de cabello rojo oscuro, teñido claro, y ojos verdes. -Oh, no, gracias, enseguida debo ir al hotel, mis amigas se van hoy. –dije mientras salía del baño. -Pero, cómo… ¿No te quedarás hoy? –Me preguntó Natasha, luego miró a Abel -¿No la has invitado mi amor? -No, Natasha, recién despierto. –Dijo Abel, rascándose la pelada. Se dirigió hacia el baño y se encerró. -Esta noche es nuestra cena de compromiso… -Dijo ella, ¿compromiso? ¿Iban a casarse? Pero, ¿por qué me asombro si es lo más normal? –Estaría encantada si te quedas a la fiesta, nunca he tenido contacto con sus fans, me gustaría que me cuentes tantas cosas hoy. -Sí, sería maravilloso que Samantha se quedara hoy con nosotros. –Gritó Abel desde el baño. -¿Qué dices? –Me preguntó Natasha, yo trataba de asimilar todo. ¿Cómo que Natasha nunca tuvo contacto con las seguidoras? -Sólo si no es molestia, es todo muy extraño para mí, nunca imaginé esto, de estar invitada a la fiesta de compromiso de Abel. Sería un honor. –Dije con cara de nada, en realidad, no sabía qué hacer. Me sentía incómoda con ella. -Perfecto, ven, te daré algo de ropa, después Abel te llevará a buscar tus cosas al hotel. –Me cambié y fuimos a desayunar. Aún no había nadie despierto, fuimos a la cocina Natasha y yo, y mientras desayunábamos, conversamos…
-Dime, ¿hace cuánto estás con Abel? Quiero saber todo, me sorprende, ya sabes, soy la primera abelera en saberlo. –Dije tratando de ser amigable. -Ya perdí la cuenta –Dijo y rió, me dio la pauta de que llevaban bastante juntos. –Nos conocemos desde pequeños, nuestros padres siempre fueron amigos, y fuimos juntos unos años a la escuela primaria, luego cada uno siguió su camino pero siempre juntos. Creo que llevamos de novios diez años. -¿Diez años? Wow! Me asombra nunca haberlo sabido, y creo que de verdad, nunca nadie lo ha sabido. -Es cierto, nadie lo sabe, sólo nuestro pequeño círculo más íntimo. –Dijo mirando el suelo. -Pero, ¿por qué? Siendo la novia de Abel, ¿no te dan ganas de que lo sepan todos? –Pregunté, era muy intrigante. -Sí, claro, siempre he querido eso, estoy cansada de estar oculta… Pero lo hacemos para cuidar nuestra vida privada, no todo tiene que ser público, ya sabes… -Su cara me hacía sentir mal, vivir más de diez años escondida, yo no podría soportarlo. -Y con lo de la boda, seguro van a hablar en los medios de su casamiento, ¿verdad? -No, la fiesta de hoy y nuestra boda son fiestas muy íntimas, contratamos un gran servicio de seguridad para que nadie sepa… -Me siento realmente honrada, entonces, de pasar esta noche con ustedes. ¡Gracias por invitarme Natasha! –Dije alegre, tratando de cambiar su cara, aunque su acto fue sólo para asegurarse de que una abelera iba a estar ahí, y luego iría a contar todo… Lo siento por ella, pero yo no soy así. Ella me hacía sentir incómoda, y según su comportamiento, era así con todos, no la culpo, ella es así por vivir oculta. Abel interrumpió nuestra conversación al entrar a la cocina. Tomó un mate, comió una tostada con dulce de leche y agarró las llaves de su auto. -¿Vamos, Samantha? Tú me dices dónde queda el hotel. –Dijo Abel, saliendo de la casa.
-Yo iré contigo, pediré disculpas por ti a tus amigas porque no viajarás con ellas hoy. –Dijo Abel al llegar al hotel. Cuando llegamos a la habitación del hotel, mis amigas estaban desayunando. Entré primero yo, y Abel esperó afuera. -Hola chicas. –Dije al entrar. -Ah, pero al fin volviste nena, ¿dónde estabas? ¿Dónde dormiste? ¡Estábamos preocupadísimas! –Dijo Laura, Florencia y Micaela asentían con la cabeza. Yo las miraba y reía, no sabía cómo decirles que había dormido en la habitación de Abel, se me cruzó por la cabeza la hermosa imagen de Abel apenas desperté. Mis mejillas se enrojecieron. -Es que, durmió conmigo chicas. –Dijo Abel mientras entraba en la habitación. La cara de mis amigas era indescriptible.
