Capítulo 7

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Capítulo 7:

Al despertar, me encontraba recostada en una camilla, debía ser el hospital. Traté de moverme y todo me dolió. Comencé a inspeccionarme. Tenía puntos en las piernas, en los brazos, en el abdomen, y en la espalda. Mi brazo izquierdo se encontraba vendado, me dolía al moverlo, pero al menos podía hacer eso, moverlo. Por lo que supuse que no estaba quebrado. Entró una enfermera y me revisó.

-¡Está perfecta, señorita! Tome estos analgésicos cada ocho horas para calmar un poco el dolor de su brazo. –Me dijo la enfermera y se retiró. Salí de la habitación y me encontré con Abel, quien estaba sentado en una silla del pasillo, mirando hacia el suelo, apoyado en sus rodillas. Me senté a su lado. Se sorprendió al verme allí y me abrazó tan fuerte que me dolió todo, pero lo aguanté. Seguramente, él sufría más que yo.

-¿Qué sucedió Abel? –Pregunté desesperada al verlo llorar. -Un árbol se quebró por el viento y las golpeó a ti y a Natasha. Ella quedó inconsciente entre las rocas, tuvo un gran golpe en la columna y la cabeza. –Dijo mientras colocaba sus manos en su cabeza. –A ti te empujó hacia el río, el agua te arrastró muchos metros, mírate, tienes cortadas por todas partes, y te ahogaste. Gracias a dios, pude salvarte, jamás me lo habría perdonado. –Él lloraba desconsoladamente. -¿Y cómo está Natasha ahora? –Pregunté -Aún no despierta… -Le ofrecí un café y me dirigí hacia el final del pasillo donde había un teléfono público, nadie hallaba mi celular, por lo que deduje que lo había perdido anoche. Llamé a mi madre esta vez, su número me lo sabía de memoria. Eran las cinco de la madrugada, sólo esperaba que mi madre no se asustara.

-Hola, mamá, soy yo Samantha… Escucha, no puedo hablar bien. Estoy con Abel Pintos, es muy largo de explicar, luego te contaré… -Mi madre estaba confundida e intenté calmarla y explicarle lo sucedido. –Anoche estuve en la fiesta de compromiso de Abel. El clima no favoreció para nada, y su novia y yo quedamos heridas. No te preocupes, yo estoy bien, estoy en el hospital, sólo me lastimé un poco con las rocas, pero estoy bien. No tengo mi celular, lo perdí, podrías decirle a Matías que hoy tampoco viajaré, por favor. -Di media vuelta, vi que las enfermeras llamaban a Abel, y la madre de Natasha corría hacia la habitación de su hija. –Mamá, debo dejarte, creo que algo ocurre con la novia de Abel. Por favor, no te preocupes, estoy muy bien, dale mi mensaje a Matías, te quiero. Adiós. –Colgué y corrí hacia la puerta de la habitación, me senté para esperarlo, pero él salió rápidamente.

Estaba muy triste, no podía hablar entre el llanto. -Está muerta… -Dijo con todo el dolor del mundo. -¿Qué? –Pregunté y lo traje hacia mi, sentándolo a mi lado. -Sí, Natasha está muerta, no resistió. ¡Está muerta! –Su sufrimiento ahogaba la soledad del pasillo. Natasha había muerto, no podía creerlo, hacía un momento ella estaba sonriendo porque su novio le había hablado de ella a una fan y ahora, ya no estaba entre nosotros. -¿Quién es ella? ¡No es nadie! –Dijo la madre de Natasha a su esposo. -¡Ella debería haber muerto, no mi niña! –Dijo entre el llanto, sospeché que hablaba de mí. –Ella… ella… -gritaba y me señalaba. Su esposo la sacó del pasillo, los gritos se alejaban hasta dejarme sola con Abel, quien sollozaba y no lograba cortar las lágrimas. -Lo siento… lo siento… -repetía Abel, una y otra vez.

Sin Luz Propia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora