Capítulo 50

50 4 0
                                    

Capítulo 50:

<<ABEL>>

Comenzamos el mes de enero, suspendí la gira revolución-sueño dorado por mi paternidad y para poder cuidar de Samantha. De alguna forma les compensaría todos estos festivales a los cómplices, pero ahora necesitaba estar con la familia que había formado.

Mis niños ya tenían un mes y les habían dado de alta, por suerte tenían dos abuelas súper babosas, las cuales me ayudaban a cuidarlos. Compré una casa en una zona muy linda, cercana al hospital, para vivir allí con mis hijos y con Samantha, cuando despertara.

Como los bebés ya estaban en perfecto estado, decidí darles la gran noticia a todos los cómplices, a mi enorme familia, para que compartieran mi felicidad. Publiqué una foto de Fede y Almita, dedicándoles unas palabras: ¡gracias por ser la luz de mi vida, ahora, juntos, a esperar a mamá! ¡Los amo, papá!

Sentía un alivio inmenso al poder ver aquello en mi perfil de twitter, aún no podía creer que ellos ya estaban fuera de peligro. Era algo inexplicable, cómo dos pequeños seres podían darme tanta felicidad, tanto amor, tanto cariño. Les hablaba siempre de Samantha, no pasaba un día en que no les contara cómo nos habíamos conocido, lo mucho que su mamá los amaba, y todo lo que significaban para mí. Lo más sorprendente era que ellos me miraban como si entendiesen todo perfectamente, era que ellos debían haber escuchado tantas veces a Sammy decirles lo mucho que los amaba.

Los días pasaban y Samantha aún se encontraba allí, sin darme una señal, sin mover ni un dedo, comenzaba a creer que había dejado de escucharme y me dolía en el alma. ¿Qué pasaría si no salía de esta situación? Es que jamás iba a acostumbrarme a no tenerla a mi lado, a no sentirla mía, si ella se iba, se llevaba lo mejor de mí consigo.

Estábamos estrenando el nuevo año, había días en los que pensaba que el 2014 me traería alegrías, y que el amor de mi vida se recuperaría. Pero había tantos otros días en los que caía en una gran depresión porque no veía ninguna reacción.

Con mi soledad interior llegó el mes de febrero. No me había dado cuenta, pero mamá me retaba por mi estado físico, decía que me veía mucho más delgado, que estaba pálido y ojeroso. No lo había notado, pero tenía razón.

Era 14 de febrero y, lamentablemente, era una fecha especial para todas las parejas. Para nosotros dos era nuestro primer San Valentín, y aquí estábamos… en un hospital. Llené su habitación de rosas para darle un poco más de ánimo a nuestras vidas.

-Hijo, nos vamos a tu casa a dormir, los bebés deben descansar bien. ¿Necesitas algo? –Dijo mi madre desde la puerta de la habitación. -No, mamá. ¡Gracias! Vayan y descansen, cuídense. ¡Y cuiden a mis hijos! -¡Quédate tranquilo, bebé! Te quiero, hijo. ¡Cuídate tú también!

Ahora que mis hijos tenían dos meses y Samantha que no despertaba, todo comenzaba a complicarse un poco. Yo quería estar con los niños, pero no quería alejarme de Samantha. Por lo que decidimos que yo los cuidaría durante el día y, por la noche, mamá y Laura cuidarían de ellos para yo poder estar junto a Samantha.

Luego de cenar tomé mi mochila y saqué un álbum de fotos. Me senté en la silla junto a la camilla y comencé a mirarlas. Hacía tanto que no lo hacía, me traía tantos hermosos recuerdos.

-Recuerdo esta, mi amor. –Dije sonriendo al ver la primera foto. –Amo mirar las fotos de nuestros besos en el lago cuando regresábamos a Mendoza la primera vez que nos conocimos. ¡Me recuerdan que todo pasa por algún motivo y que la vida cambia en un abrir y cerrar de ojos! Tú eres lo mejor que me pasó…

Miré todas las fotos, en algunas hacíamos muecas, guiñábamos un ojo, sacábamos la lengua, poníamos cara de enojados. Parecíamos dos adolescentes que se sentían libres por estar con la persona amada. Luego vi nuestra última foto juntos, nuestro último beso, nuestro último abrazo. Realmente nuestra historia era de dos adolescentes, quienes tenían algo tan valioso entre las manos y lo dejaron caer, provocando todo esto que estábamos viviendo. Las lágrimas hicieron que mis ojos se sintieran cansados y caí en un profundo sueño.

Sin Luz Propia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora