Capítulo 41

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Capítulo 41:

…Cada vez que quiero hablar, cada vez que quiero respirar, apareces tú… Entre besos y caricias, entre el llanto y la sonrisa, sólo vives tú… Siento que te quiero tanto, siento que me estoy fallando al pensar en ti… Yo no puedo ser tu dueño, no, no puedo ser tu dueño…

Puse pausa a la música, mi mente estaba abrumada de tanto pensar. Abel había incluido mi canción en su nuevo disco, y, el hecho de que sea así significaba que… la había terminado. ¿Cómo lo habría hecho? ¿Qué diría la letra? Me armé de valor y, con mis manos temblorosas, oprimí el botón de inicio.

…Y aún te espero… Aún te quiero… entre las hojas de las rosas duelen las espinas y ya no sé muy bien para qué… Aún te espero… Aún te quiero… y me pregunto cada noche, mira, qué ironía, por qué te soñé alguna vez… Solo, aquí, sin preguntar donde encontrarán lugar los sueños que no pueden ser… no le robaré el sentido al olvido si me digo que te quiero ver… y te nombro en un suspiro, y te encuentro aquí conmigo al amanecer… sé muy bien que me haces daño, sé que se me van los años…Y aún te espero… Aún te quiero… entre las hojas de las rosas duelen las espinas y ya no sé muy bien para qué… Aún te espero… Aún te quiero… y me pregunto cada noche, mira, qué ironía, por qué te soñé alguna vez…Yo quiero ser tu hombre alguna vez…

Me vi sumergida en lo más profundo de mi llanto, en la soledad. ¡Qué canción! Esa voz con tanta potencia, con tanto dolor poniendo a la intemperie sus sentimientos. Y no sabía qué pensar, ni qué decir, ni qué rumbo tomar. La canción lo dejaba muy claro, aún me espera, aún me quiere, pero está muy herido, tenía un mensaje oculto, creí. Está mal, se siente solo pero quiere olvidarme, lo dijo en la letra que no me había enseñado, ¿esto era lo que necesitaba para terminar esta gran canción? Lo extrañaba tanto, tenía ganas de morir, literalmente.

Decidí que quedándome quieta, sentada y llorando no lograría nada. Debía hacer que Abel me escuchara, debía saber lo que sucedía, el por qué de no atender mis llamadas y mis textos. Comencé nuevamente con la historia del teléfono, lo llamé día y noche, pero nunca atendió, me sentí lo peor sobre la faz del universo, hasta que volvió mi ángel de la guarda.

…-Tengo una idea, falta una semana para que comience noviembre, ya se viene tu cumple…a mí y a la familia nos encantaría que vengas y que estés un tiempo con nosotros, y que pases tu día aquí. Ariel quiere contarle a Raúl y a Susi de los mellis, queremos que los disfruten desde tu vientre…Dale, te hará bien…Piénsalo, te queremos…Sol.-…

Era una magnífica idea y el mensaje de Solange me alegró el tiempo. No había pensado en mi cumpleaños, últimamente estaba muy depresiva, lo único que hacía era pensar en aquellos momentos que había pasado con Abel. Me desconocía completamente, jamás me había sentido de tal forma. Creo que jamás había amado a alguien de tal forma…

En fin, necesitaba cambiar el aire, no dudé un segundo sobre la propuesta de Sol y llegué a Buenos Aires el 1 de noviembre, un día antes de mi cumpleaños. Ariel y Solange me recibieron en su casa y al día siguiente fueron Raúl y Susi a saludarme por mi cumpleaños.

-¡Qué hermosa estás, Sammy! ¡Qué bella pancita! –Dijo Susi mientras me acariciaba con tanta dulzura el vientre. Ansiaba por ver su rostro cuando supiese que estaba acariciando a sus nietos. -¿Cuánto tiempo llevas, Sam? –Preguntó Raúl. -25 semanas… -Sonreí, estaba nerviosa, trataba de buscar la forma de contarles y Ariel lo notó. -De acuerdo, Sammy, veo tu rostro, ¿estás segura de querer hacerlo ahora? –Preguntó. -Sí, sólo que no encuentro la forma… -Hazlo tranquila, todo será felicidad. –Las sonrisas de él y de Sol me ayudaban a estar más calmada, estaban tomados de la mano, mirándome con tanta paz, esperando el momento. Mientras que Raúl y Susi nos miraban sin comprender. -Mamá, papá… Samantha tiene que decirles algo, no la interrumpan, porque para ella es complicado de decirlo luego de todo lo que sucedió, pero es fundamental para nuestra familia… -Dijo Ariel. -¿Qué sucede, hija? –Preguntó Raúl, tomé su mano y la de Susi y respiré profundo. -Hice una nueva prueba de adn, porque descubrí que el primer resultado podía llegar a ser falso y… estaba en lo correcto, Matías me había mentido… -Mi corazón latía con tanta velocidad, creí que se iba a escapar de mi pecho. Ver sus caras tratando de comprender todo sin preguntar fue mi máxima alegría. -¿Quieres decir que tus mellizos son de Abel? –Dijo Susi, contenta. -Sí… -Hice una gran sonrisa. -¿Mi hijo va a ser papá? –Raúl volvió a colocar su mano en mi vientre. -Sí, Abel va a ser papá, y ustedes van a volver a ser abuelos… -Comencé a llorar, esto del embarazo me había cambiado demasiado, ahora lloraba por todo, pero esta vez era de felicidad y no era sólo yo. Todos en la sala estaban llorando y me abrazaban. -Un momento, Ariel… ¿Tu hermano sabe esto y no ha venido hoy aquí? –La voz de Raúl cambió rotundamente, estaba como enfadado. -Papá, Abel no sabe, aún… -Es que… quiero ser yo quién se lo diga, pero no he encontrado el camino para llegar a él. –Interrumpí, ya que estaba por meter a Ariel en un lío al cual él no pertenecía. -Es cierto, papá, y es por eso que les pedí que no le dijeran nada de la llegada de Samantha a Buenos Aires. –Explicó Ariel. -¿Cómo que no has encontrado la forma de llegar a él, Samantha? –Se asombró Susi. -No me atiende los llamados, no responde mis mensajes, nada. -¡Es esa mujer que le está llenando la cabeza! –Dijo Raúl, enojado. –Toma, está sonando. –Me pasó su teléfono, estaba llamando a Abel. Todo fue tan rápido, me senté porque me temblaban las piernas, hacía tanto que no hablaba con él.

-¿Raúl? –Preguntó una mujer. Era ella, la sonrisa se borró de mi rostro. Es más, tenía ganas de revolear el teléfono hacia la pared.

Sin Luz Propia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora