Capítulo 28

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Capítulo 28:

-¿Qué haremos hoy? –Preguntó Abel luego de que terminamos de ordenar la habitación. -Lo que tú quieras, mi amor, quiero disfrutar los días que tú estés aquí. -Vamos al río, después de lo de hace rato, necesitamos tranquilidad. –Tomó las llaves de mi auto y guardamos algunas cosas para llevar, el equipo de mate y su guitarra. Condujo por dos horas hasta llegar al río.

-¡Qué lindo día! –Expresó Abel. A pesar de que los días eran un poco fríos, los rayos del sol eran cálidos hoy, y no corría viento, verdaderamente era un lindo día. -Sí, lo es. ¿Sabes? Me recuerda a aquel día, cuando nos dimos nuestro primer beso a orillas del lago, ¿recuerdas? -Luego de haber comprado el vestido que te quedaba hermoso… -Aquel vestido… -Me tiré hacia atrás en el césped y me apoyé sobre mis codos, cerré mis ojos y respiré hondo. Últimamente, todo traía algún recuerdo de aquellos días en los que Natasha aún estaba con vida. No la conocí bien, a decir verdad, sólo estuvimos juntas por un día y no fui una persona grata en su vida. Pero, aún así, recordarla me ponía mal, era hora de dejar de lado la culpa, pero no encontraba la manera. Abel comenzó a tocar algo en su guitarra y luego cantó. -Y si te cuento los motivos que tengo hoy para vivir… ¿cómo te explico lo esencial de tu existencia para mí? Llevas la luz de mi bandera y el don de la sinceridad… Confío más en vos que en todo lo que pueda imaginar… No me importa para adonde vas, yo voy sin mirar a atrás si te tengo por delante… Cuando quieras caminar, no me importa a donde vas, quiero ser tu acompañante… Y sin pecar de loco ni atrevido, yo te elijo mi destino y mi camino por seguir… Si ya estuve solo demasiado, quiero vivir a tu lado lo que quede por vivir… y andar andando por andar… en un camino sin final… -Me encanta esa canción, ¿cómo se llama? –Pregunté, tenía una letra tan linda. -Se llama Motivos… me gustaría que también esté en el disco nuevo. -Me gusta, suena muy bien, y tiene una letra muy linda. -Sammy, escucha… A fines de junio, principios de julio, haré un viaje un tanto largo… Estaré en México y en España, entre otros países. ¿Quieres venir conmigo? –Aquella propuesta sonaba muy atrayente pero yo ya me había tomado un mes de vacaciones y tenía responsabilidades que cumplir, si no, iba a perder mi empleo. -Lo siento, mi amor, no te ofendas, pero debo trabajar, invierno es una época de turismo alto por la nieve… Me encantaría acompañarte, es cierto, pero debo trabajar… -Puse cara triste de niño pequeño, de verdad me habría encantado acompañarlo, pero no podía hacerlo. -Está bien, princesa, te entiendo, después de todo, yo viajo por mi trabajo. Cuando regrese del viaje, haremos los planes para la boda. -¿Me lo prometes? -Claro, hermosa, te lo prometo, en cuatro meses nos casamos. –Se acercó hacia mí y me recostó sobre el suelo al sumergirme en sus cálidos labios. En cuatro meses íbamos a casarnos, sentía mariposas en la panza a mis 25 años, hacía tanto tiempo que había dejado de sentirme así, él era mi felicidad.

Sin Luz Propia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora