Capítulo 36

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Capítulo 36:

El día 22 de agosto había llegado. Faltaban dos días para el falso casamiento y no paraban de llegarme obsequios de amistades y familiares lejanos que aún no se habían dado por aludidos de que el evento no se realizaría. Mi madre se dedicó a devolver cada cosa que nos habían enviado y de avisar que la boda no se llevaría a cabo, mientras que yo me dirigí al hospital en busca de los resultados del examen por la tarde. Una vez que tuve el sobre en mis manos, subí al auto y tomé la ruta hasta llegar al río donde habíamos estado juntos durante su última estadía en Mendoza. Me senté a orillas del río y saqué el sobre de mi bolsillo.

Me quedé pensando, mirando la corriente de agua, saber la verdad de los bebés era importante para todos, quizás Abel se daría cuenta de que yo no había tenido la culpa, que ambos éramos víctimas de Matías… Pero me llevaría una gran desilusión si realmente no eran suyos. Saqué el papel del sobre y leí con miedo.

Resultado: Negativo.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. ¡Abel era el padre de mis hijos! Siempre lo supe porque así lo quisimos, así lo deseamos. Sólo quedaba mostrárselo a Matías para terminar nuestra historia de una vez por todas. Llamé a Florencia y le pedí que mañana viernes en la noche me fuese a ver a casa de mi madre porque había algo que quería contarle. Al llegar a casa me acosté en mi cama y, dormí tan bien por primera vez en mucho tiempo, que no reaccioné hasta las once de la mañana del otro día. Mamá me llenó de besos y abrazos al enterarse, estaba tan contenta como yo.

Por la noche, Florencia vino a casa a cenar con nosotras, brindamos felices, yo con agua, obvio, debía cuidarme. Durante la sobremesa, me llegó un mensaje de texto de un número desconocido, con característica de Buenos Aires.

…Tu esposo está con otra en su despedida de soltero…

¿Tu esposo? ¿Despedida de soltero? Noté que había muchas otras personas que aún no sabían que todo era una mentira y comencé a imaginar su cara de avergonzado a la hora del casamiento cuando se diera cuenta de que yo no entraba a la iglesia. No pude evitar reírme exageradamente y mi amiga me quitó el teléfono de las manos para leer el mensaje en vos alta.

-No puedo creerlo, ¿para qué quería casarse contigo si está con otra? –Preguntó mi madre, quien aún no sabía todo lo que Matías me había hecho. -Usted lo dice porque no lo conoce, Laly. –Rió irónicamente Florencia. -¿Qué quieres decir, Flor? –Nos miró sin entender nada. -Nada mamá, no quiso decir nada. –Traté de cambiar de tema pero me ganó mi amiga. -Despedida de soltero, ¿sabes qué haría yo? -¿Qué? -Le arruinaría la fiesta… Iría y les diría a todos que no va a haber boda y le refregaría en la cara que tus hijos no son de él. –Comencé a reír con el plan malévolo de Florencia, tenía razón, era mi turno de hacerle pasar momentos incómodos. -¿Por qué ríes así, Sam? -Porque eso es lo que haré, iremos a buscarlo. Sé donde puede estar. -No, no, no. Debes cuidarte, Samantha. –Dijo mi madre, tratando de evitar que saliera, pero yo ya había tomado mi bolso y la prueba de ADN. -Mamá, estoy mejor que nunca. -No la dejaré sola, Laura. Muero por ver la cara de aquel imbécil cuando sepa que Samantha se dio cuenta de sus mentiras. –Dijo Florencia, corriendo detrás de mí.

Salimos de casa y fuimos hacia el viejo departamento de Matías, donde lo encontré engañándome aquella vez el año anterior. La vereda del departamento estaba repleta de autos, se escuchaba música muy fuerte y había luces de distintos colores.

-Se hizo una gran despedida de soltero. –Bromeó mi amiga. -¡Una gran bienvenida a la soltería es lo que hizo! –Coloqué la mano en el picaporte de la puerta del departamento y, esta, por suerte, se abrió. Lo que había adentro era horrible. Un montón de gente bebiendo alcohol, consumiendo cosas raras, pero lo que menos me sorprendió fue ver a tantas mujeres desnudistas, era tan típico del nuevo Matías. Sin que nadie notase nuestra presencia, busqué el enchufe del equipo de sonido y lo desconecté. Todos se quedaron en silencio, buscando el problema del sonido hasta encontrar con la mirada el cable en mis manos.

Sin Luz Propia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora