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En el consultorio de Yoongi, la luz tenue de una lámpara de escritorio iluminaba un espacio que ya no parecía solo un lugar de trabajo. Una maleta abierta descansaba en una esquina, ropa doblada apilada sobre una silla, y una toalla húmeda colgaba en el respaldo. Hoseok entró sin anunciar, deteniéndose al ver a Yoongi doblando una camiseta con movimientos mecánicos, su rostro agotado, con ojeras profundas marcando sus ojos. El aire olía a jabón y café rancio, y una manta arrugada en el sofá delataba noches incómodas.


—¿Qué es esto, Yoongi? —preguntó Hoseok, cruzando los brazos, su tono una mezcla de preocupación y reproche— ¿Estás viviendo aquí?

Yoongi se tensó, dejando la camiseta a medio doblar. Suspiró, pasándose una mano por el cabello desordenado.

—No es para tanto, Hobi. Solo… no he ido a casa.

—¿Desde cuándo? —Hoseok frunció el ceño, acercándose. Notó un cepillo de dientes y una botella de champú en el escritorio— ¿Desde que internaron a Jimin?

Yoongi evitó su mirada, sus manos apretaron la tela de la camiseta.

—No quería dejarlo solo. —admitió, su voz baja, casi un murmullo— Aunque no le hable, aunque esté furioso… no podía irme. Si algo le pasa a él o al bebé, no me lo perdonaría.

Hoseok sintió un nudo en el pecho. La confesión de Yoongi revelaba más que sus palabras, estaba atrapado entre el dolor de la traición que creía de Jimin y el amor que no podía apagar, incluso si lo negaba.

—No puedes seguir así, Yoongi. —dijo Hoseok, suavizando su tono— Estás destrozado. Tienes que enfrentarlo, hablar con él, o te consumirás aquí.

Yoongi no respondió, solo dobló la camiseta con más fuerza, como si pudiera aplastar sus emociones con el gesto. Hoseok suspiró y salió, dejando a Yoongi con su silencio y sus demonios.

 Hoseok suspiró y salió, dejando a Yoongi con su silencio y sus demonios

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En su habitación del hospital, Jimin miraba las paredes blancas. Los días se arrastraban con una lentitud cruel, cada uno más pesado que el anterior. Las visitas nocturnas de Yoongi eran su único consuelo, aunque a menudo fingía dormir para escuchar las dulces palabras que el pelinegro susurraba a su bebé, Muffin. Pero incluso eso dolía. Cuando intentaba hablar, Yoongi lo cortaba con una frialdad que le rompía el corazón. Había perdido la esperanza de que lo escuchara, y la ausencia de Yoongi las últimas dos noches solo intensificó su desesperación.

Decidió intentarlo una última vez. Si Yoongi seguía rechazándolo, Jimin se prometió dejarlo ir, aunque la idea lo destrozara. Pero antes, otra preocupación lo detuvo, la deuda de su internación. No sabía cuánto costaba estar semanas en el hospital, y el miedo a una factura impagable lo carcomía. No quería ser una carga, no después de todo lo que había pasado. Con sigilo, se dirigió a la caja del hospital, aprovechando que vestía ropa cómoda, una sudadera gris y pantalones sueltos, en lugar de la pijama de hospital, lo que le permitía pasar desapercibido.

Rockabye | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora