Lorelai March era la hermana que no encajaba. La tercera en discordia, la que todo daba. Lorelai March era la que estaba destinada a irse y dejar a su familia detrás. Lorelai March era la poetisa de una familia de mujeres extraordinarias, pero tras...
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―¿Donde esta Amy ahora?―pregunto Katerina mientras observaba un par de pinturas con atención.
No había dejado de preguntar sobre mi familia desde que comencé a hablar en el carruaje. Le hable de mi madre, de Meg, de Jo, de Beth, de Amy, de los Laurence, de la tía March, de mi escuela, de la convivencia, de nuestros juegos. De todo. Pero al parecer ella seguía insistiendo con sus dudas.
―La última vez que la vi, vino a Europa con mi tía March.
―¿Entonces está aqui?―sonrió con entusiasmo.
―No lo se. Han pasado varios años desde entonces.
Recordaba la boda de Meg, la negación y desilusión de Jo porque no sea como ella y quisiera ser soltera el resto de su vida, la reflección sobre el final de nuestra infancia y Meg intentando consolarla en su vestido.
Cada una de nosotras había tenido su momento con Meg, escuche el de Jo antes del mío y luego pase con ella a la habitación.
―Tenía el presentimiento de que Amy no sería la primera en dejar el nido―bromeé y Meg me abrazo tan fuerte que pude sentir sus huesos a través de nuestros vestidos. Meg y yo teníamos una conexión diferente a las que tenía con las demás. Jo era muy terca para entenderla, Beth muy cerrada, y Amy muy infantil para hacerlo. Así que yo era un par para ella. La otra hermana que admitía que debía casarse y formar una familia en ese entonces.
―¿Ya tienes pensado el nombre del primer bebe?―me senté en la cama frente a ella y admire su rostro juvenil una última vez.
―No lo sé, podría ser algo relacionado con el significado del cielo o la playa.
―Podrias ponerle Lory, en mi honor―sonreí y mi piel se erizó hasta quedarnos calladas―. ¿Como paso tan rapido?
―Lory...―tomo mi mano con la suya y me sonrió. Cada una de nosotras tenía algo especial, en Meg eso era su sonrisa que daba calma, que te bañaba en tranquilidad de tan dulce que era. En este momento extraño tanto su sonrisa, la única que me calmaba cuando las cosas eran difíciles―. Que me case no significa que no seremos hermanas.
―Pero no viviras con nosotras, no sera lo mismo―hice una pausa.―Me alegra muchisimo que hayas encontrado por fin algo que te haga feliz por tu cuenta. Pero tambien quiero que sepas que no deberías dejar de lado tu persona por tu familia como solía hacerlo Marmee. Eres alguien más allá de tu marido y tus futuros hijos. Eres Meg.
