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Abordamos nuestro barco entre la multitud saliendo por el canal de la Mancha

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Abordamos nuestro barco entre la multitud saliendo por el canal de la Mancha. Dorian se despidió de su familia con un abrazo tal como hacen los ricos desinteresados. Yo abrace con efusividad a Mary y le pedí que cuide de mi casa y que lleve a sus niños allí si es necesario. Katerina me saludo igual que su hermano saludo a su esposa e hijos y me prometió pasar a visitar a Mary para saber si necesita algo y si todo esta bien.

―¿Y si me cruzo con Sebastián Gibson y me pregunta por ti?―pregunto pálida.

―Dile que lo pensare, pero que no se entusiasme. Dile que no me viste muy convencida, pero que no pierda la esperanza.

―No comprendo―respondio con el ceño levemente fruncido.

―Exacto, se mantendrá en una fina cuerda hasta que vuelva a verme―dije antes de escuchar a un hombre del barco gritar que todo abordemos.

Dorian y yo dimos un último saludo general con la mano mientras avanzabamos y al entrar y acomodarnos en nuestras alcobas me pregunto qué significa lo que le había dicho a Katerina que le diga a Gibson si lo veía.

―Si revelo la verdadera identidad de Lory March y digo que soy yo, las ventas de mi poemario seguro subirán ya que todos querrán saber si digo algo sobre el señor Gibson en él y porque lo oculte todo este tiempo―conteste acomodando mi maleta bajo mi cama. Para tener dos meses de viaje, era una muy estrecha habitación para dos personas adultas.

―Que astuta eres, Lorelai March―sonrió asintiendo―. Pero mi pregunta se inclinaba a si quieres o no casarte con el extremadamente rico Gibson.

Mi mirada cayó al suelo e intente disimular mi pena.

―Al final todos queremos aquello que no podemos tener―conteste y huí, como siempre.

La última vez que había estado en un barco como este vomite las primeras tres noches y llore por las tardes, por dos semanas. Cargaba, en ese entonces, en mi maleta, el dolor de la pérdida y la desilusión de una trágica vida. Me había costado el boleto todo lo que tenía y no sabía si algún día podría ahorrar mi dinero para volver, o si pasaría el primer mes. Pero cuando menos me lo espere, obtuve la carta de la tía March, la cual llevo conmigo junto a la de mi padre, en mi maleta.

Me senté en el parque más famoso de Londres al día siguiente de mi llegada y abrí el pesado sobre. Mi corazón se congelo al ver tanto dinero y me pregunté si en verdad esto era para mi, quizás alguien se había equivocado, quizás el cartero se había equivocado.

Lorelai March ⸻ LITTLE WOMENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora