››› El Conde Visitante (xxxᴠɪɪɪ)

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Sus ojos solo lograron formarme una enorme y sorprendente sonrisa en mi rostro. No dude sobre mis acciones y corrí hasta una de las fuentes donde se encontraba y salte en sus brazos. Su aroma seguía siendo el mismo que mi nariz y sentidos habían resguardado en mi memoria y con el cual perfumaba su carta. Mis brazos rodearon su cuello y los suyos mi cintura y no me importo que las personas en el jardín girarán a vernos sorprendidas. 

Sus manos me aferraron a su cuerpo como si me necesitara. Cuando nos distanciamos él tomó mis manos y me dio una mirada revisando mi imagen.

―Se encuentra espléndida, señorita March―sonrió con orgullo y emoción.

―¿Como no estarlo si lo tengo frente a mis ojos?―cuestione con una gigantesca sonrisa en mi rostro y una euforia que no podía controlar. Estaba aqui, estaba bien, estaba conmigo. ―No tiene idea de cuán asustada me tenia su ausencia.

―Oh, mis más sinceras disculpas, señorita March. Si hubiera dependido de mí hubiera empacado mi corazón en un paquete y se lo hubiera enviado antes de desaparecer para que cuidara de él en el transcurso de mi viaje. Pero mis colegas adelantaron adelantaron el mismo y no me dejaron oportunidad alguna de escribirle. Se que le prometí no abandonarla, y quiero que sepa que jamás pensé ni siquiera un segundo en hacerlo. Es por eso que a escondidas rogue todas las noches que el destino me guíe a usted―sonrió con afecto y me sonroje. ―De hecho, ―dijo colocando una mano en el bolsillo interno de su traje y sacando un par de papeles con versos escritos por mi letra. ―nunca pude soltarlos o alejarme de ellos. 

La expresión con la que lo dijo, tan apasionado, tan orgulloso, tan satisfecho, hizo que mi estómago se sintiera diferente, arrollado por las palabras de un hombre el cual había caído enamorado de mi poesía, de mi talento. 

El señor Loughty se me quedó viendo unos segundos en silencio respirando con los labios entreabiertos y con una mirada risueña. Sus ojos parecían ver el lado más brilloso y luminoso de la vida en mi figura e imagen. Parecía haberse encontrado con el ave más maravilloso de la existencia. No soltó mi mano en el proceso. Solo pudo limitarse a sonreír.

―Me es sumamente gratificante verla de nuevo, señorita March―aclamo.

―Me gustaría decir lo mismo, pero me temo que no existen palabras para describirlo.

―Que inútil fui por reemplazar mis sentimientos por simples y vagas descripciones. No pudo haberlo dicho mejor, querida poeta. Todos sus versos han cautivado mi naturaleza y mi alma ansiaba por conocer su mundo, aquel que esconde entre metáforas en sus poemas―comentó.

―Pues aqui se encuentra, señor Loughty. La espera ha acabado.

Sus ojos, tan cálidos como el tono de mi cabello. Su sonrisa, tan utópica como mis fantasías. Y su persona, tan inusual como aquel sentimiento de amistad.

Laurie se nos unió caminando hacia nosotros y posicionándose junto a mí con ambas manos en los bolsillos de sus pantalones. Asintió con la cabeza como para remarcar su presencia y al mismo tiempo saludar distante al señor Loughty.

―Oh, lo lamento. Señor Loughty... Él es Theodore Laurence, un viejo amigo, muy querido―lo presente y Laurie le tendió la mano amable al conde con un tinte de sorpresa, mientras que mi amigo le sonrió antes de lanzarme una mirada que pude entender. No recordaba que poemas le había enviado con exactitud, pero no me sorprenderia que reconozca a Laurie mediante ellos. 

―Es un placer, señor Laurence.

―El placer es todo mío, conde Loughty. Su llegada ha revolucionado la ciudad. Espero que no le agobie tanta gente a su alrededor―respondio Laurie volviendo sus manos a sus bolsillos.

Lorelai March ⸻ LITTLE WOMENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora