››› ¿Qué Sucederá? (ʟɪɪ)

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Él... Él era el único hombre que merecía mi amor y mis palabras.

―Me gustaría hablar, decir una palabras... Pero temo que el lenguaje es el acto más humano que tenemos para comunicarnos, el acto más mortal y mundano que no me es suficiente. Pero callar...―suspiro de rodillas. ―Callar sería tan fácil, tan aburrido, tan neutral, tan inmundo. Eso es lo que soy, señorita March. Soy un hombre que se debate entre callar o gritar. Soy un hombre sin títulos y con una herencia desagradable de sus padres. Soy un hombre culto pero roto. Soy un hombre eficaz pero alejado de lo que la humanidad quiere que sea. Soy el hombre que se alegra de que lo hayan despojado del título real de conde, el único que no se tiró a llorar por los jardines del palacio porque lo merezco... porque tome posición política por usted, por mi, por nosotros y por todas aquellas mujeres que lo merecen. Soy ese hombre y jamás me arrepentiré de serlo―confeso y mi corazón se estanco. ―Pero tambien soy un hombre absurdo en su ausencia. Como mi corazón necesita de sus palabras para latir, mi cerebro necesita de su inteligencia para vivir. Y se que estas palabras no serán suficientes para convencerla de dejarme ser su esposo, así que prometo vivir el resto de mi vida solo y para usted. Prometo respetarla y amarla incluso más de lo que ya lo hago. Prometo sembrar las flores más bellas en nuestro jardín, sus favoritas. Prometo escucharla, observarla, acariciarla, entretenerla, atenderla, y liberarla de todo aquello a lo que teme. Sé que un par de palabras humanas no serán lo suficientemente perfectas... pero a cambio, juro que me pasaré el resto de mi vida observándola lo suficiente como para que el amor que sienta nunca le falte, tal y como fue desde aquel día en el que la conocí. La amaré como amo al arte, señorita March. La amaré incluso más de lo que amo al arte porque su obra en vida me mantiene cautivo de una necesidad que solo llenare de confesarselo y sabiendo que usted tomara la decisión correcta con mis palabras y sentimientos en sus manos. Solo sabiendo que usted es consciente de lo que este pobre hombre siente por usted, yo podre morir en paz. Solo admitiéndolo y entendiendo que usted es capaz de elegir qué es lo que quiere hacer con su vida, solo así será suficiente para que pueda volver a Europa si usted decide negarse. Usted no es mi musa, señorita March. Usted es mi creatividad entera―agregó.

―Mi señor...―balbuceé con sorpresa.

―Solo llameme por mi nombre.

―Señor Loughty... ―suspire pero las palabras ni siquiera existían.

―El tiempo no será suficiente para nosotros, pero prometo buscarla por el resto de la existencia de nuestras almas―su mano sujetó la mía como si fuera de lo más natural que nuestros tactos se fundan en el calor que emanan nuestras palmas. ―No debe aceptar si así no lo quiere, señorita March. Prométame que no lo aceptara si no lo quiere.

Sus ojos... Tan sinceros y sublimes ojos. Y su alma... 

¿Como no podía quererlo?

Jamás amaría a alguien como amaba a Laurie. Nunca. Porque Laurie se había llevado todo de mi, pero yo simplemente me limitaba a amarlo sabiendo que no me pertenecía. Amaba a Teddy como amaba volar como un ave... Lo amaba sabiendo que era imposible, soñando con el día que lo logre, anhelando la sensación que imaginaba que sentiría y que solo vivía en mi cabeza, fantaseando de manera abstracta y recitándolo en versos crudos y dolorosos.

Pero el señor Loughty... Había dado más de sí por mi de lo que alguna vez alguien había dado. Me hacía sentir en calma y escuchada... Me hacía sentir que no necesitaba nada más.

Volar está relacionada con un acto de libertad, pero no todos somos capaces de hacerlo de manera física y literal. Solo las aves pueden, pero yo no era un ave. Yo era una mujer a finales del siglo XIX que había perdido una hermana pero que había crecido en un hogar repleto de amor y cariño con mis otras tres hermanas. Era una mujer que creyó haber amado, pero que solo fantaseaba. Una mujer que había viajado a Europa huyendo de su dolor y había publicado sus poemas de la única forma que la sociedad los acataría sin cuestionar ni etiquetar. Era una mujer que se había refugiado en sus fantasías y detrás de un nombre que no le pertenecía, detrás de un género sumamente ajeno. Era una mujer que volvió a su hogar después de mucho tiempo y se negó a enfrentar la verdad, hasta que esta se enfrentó a ella. Era una mujer que toda su vida había corrido lejos de todo, lejos de quienes la amar y de quienes le duelen, lejos de donde fue feliz y de donde no lo fue. Siempre corría lejos.

Lorelai March ⸻ LITTLE WOMENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora