››› Desprecio (xʟᴠɪ)

696 68 21
                                    

En mi interior me preguntaba si era mejor el silencio que nos traíamos en el carruaje, o que de una vez Dorian expulse todo lo que parecia venirse guardando. Su mirada sobre el camino tan inquieta como ansiosa comenzaba a fastidiarme. Por momentos se giraba a verme y su mirada pensativa se prolongaba por un largo rato, hasta que se rendía y volvía su vista al paisaje a través de la ventana tras un acomodo en su asiento.

Cada movimiento en él parecia estar advirtiéndome algo, la forma tana purada en la que pestañeaba, como respiraba, como reacomodaba sus piernas una y otra vez. Todo su cuerpo comunicaba incomodidad e inconformidad. Por un momento pensé que aún tenía muchas más cosas que decirme además de que era egoísta, así que preferí liderar con todos sus movimientos y nerviosismo.

No podía culparle al respecto, ni siquiera podía sentirme enojada con él. Ni siquiera un poco, porque aunque me molestara el hecho de que me haya lanzado toda la verdad de una vez luego de un tiempo encerrada sin hablar con nadie, no podía ir contra ello. Porque tenía razón.

Todo este tiempo, toda mi vida, fui una cobarde. Me gustaba la perspectiva que tenía Marmee sobre mi huida después de la muerte de Beth, ese concepto de que todos aceptamos y procesamos las cosas de maneras diferentes. Pero yo estaba huyendo continuamente, todo el tiempo a todas horas. La prisión fue mi última huida. Debía acabar con esta costumbre.

Y si quería terminar con ello, debía enfrentarlo.

―Dime lo que tengas para decirme―dije en voz alta y Dorian se giró a verme a los ojos con preocupación. No le costó dudar por varios minutos si lo que estaba por hacer era lo que en realidad debía hacer, si iba a la par con su moral, si era debido.

Que haga lugar al silencio después de moverse inquieto todo el viaje, después de que le dé la oportunidad a voluntad para que me diga aquello que venía guardándose... que elija el silencio a pesar de todo, no podía ser algo bueno.

Dorian tomó aire profundamente y se volvió a acomodar en su asiento.

―Pasó bastante tiempo, Lorelai―hablo. ―Y no porque es algo que haya planeado―bajo su mirada y fruncí el ceño. No quería interrumpirlo pero sus pausas silenciosas y dramáticas me acobardaban cada vez más. ―No conseguía el dinero para pagar la liberación, tu liberación. Busque en tu maleta, tus ahorros, algo que pudiera aportar a lo que tenia aqui para sacarte de ese lugar―explicó con desesperación reviviendo cada segundo con temor. ―Incluso el señor Loughty me dijo que buscaría la forma y el dinero para sacarte de allí, pero le surgieron arduos problemas por su cuenta y debí hacerle entender que no debía entrometerse en temas de este tipo. No quise pedirle a tu familia, ni siquiera les dije que había una fianza que se podía pagar para sacarte de allí...

―¿Que hiciste?―susurré y él levantó la mirada. 

―Conseguí el dinero de la editorial, pero estamos en deuda, Lorelai.

La forma en la que salió de sus labios, como si fuera una posición venenosa que me convirtió en piedra frente a sus ojos.

―El último poemario que dejaste en edición en Londres, ya fue publicado. Prontamente nos enviaran el dinero de tu cobro, pero no será suficiente. ―Sus ojos tenían un tono triste y arrepentido que no me dejaba hablar con claridad, ni siquiera acomodar mis palabras entre mis dientes. 

―¿Que sugieres?―balbuceé casi tan perdida como sorprendida. Estaba en deuda con Dorian por todo lo que había hecho para sacarme, estaba en deuda con su editorial, con su padre, con su negocio, con todo el dinero que había sacado de allí para que no muriera en una celda.

―Encontré, mientras buscaba el dinero en tus maletas, el manuscrito de tus poemas terminado. La selección de poemas, la división de los mismos como capítulos de tu juventud... La manera tan apropiada de encapsular el dolor, la inocencia, el amor, la pérdida y la niñez en palabras sencillas de leer y de atravesar nuestros cuerpos, Lorelai... Lei cada uno de ellos, los leí completos―tomo mis manos entre las suyas como si ahora me suplicara. ―Lorelai―repitió―, has escrito cosas maravillosas toda tu vida y has ganado muchísimo dinero con ello. Pero esto... Esos poemas son majestuosos―halago y ahora fui yo quien desvió la mirada a causa de la insoportable reacción. ―Quizás quieras escribir nuevos o publicar otros y con ese dinero pagar las deudas. Pero si crees que es correcto, solo si asi tu lo quieres, podemos publicar los ejemplares que ya fueron impresos aqui, en Concord, antes de enviar más a Londres y publicar otros allí. Tenía pensado enviarlo a Londres antes de salgas pero para cuando el dinero de las primeras ventas nos llegue, ya habrían pasado más de dos meses―sus ojos se cristalizaron y por primera vez en mi vida podía ver una gota cerca de sus ojos. ―No tienes idea de lo solitario que es Concord si tu mejor amiga―río antes de apretar sus labios haciendo una mueca de dolor. ―Nunca más hagas cosas por las que te puedan arrestar, Lorelai. No cuando tu mejor amigo este solo en tu ciudad natal.

Lorelai March ⸻ LITTLE WOMENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora