››› No Quiero Decir Te Amo (xʟɪɪɪ)

895 89 24
                                    

―Quédense en sus hogares esta noche―conteste. ―Habrá un movimiento arriesgado de sufragistas.

―Lorelai―pronunció Meg advirtiéndome.

―No vayan a la ciudad esta noche, ni siquiera mañana. Y prometanme que si algo sucede no despertaran a Marmee.

―Estas loca―jadeo Amy.

―Dile algo que no sepa, le diagnosticaron histeria―comentó Jo acercándose. ―Pero la histeria y el participar de una revuelta de sufragistas es algo completamente distinto.

―Iré a cenar con el señor Loughty para cuando el caos se desate. Las apoyare contándole al conde por lo que las sufragistas luchan. Me unire cuando la situación se calme y volveré a casa sana y salva―les explique y las tres me miraron con expresiones completamente distintas. Meg no se fiaba de mi palabra, Amy parecia aterrada y Jo me desafiaba con la mirada.

―Prometelo, Lorelai March―contestó Jo. ―Prometelo por tu vida.

Ni siquiera lo pensé.

―Lo prometo.

Para cuando el carruaje del señor Loughty llegó, las cuatro esperábamos entre las escaleras y la puerta. Mis hermanas no me dejaban sentarme para no arrugar el vestido y en cuanto el sonido de las pezuñas de los caballos se hizo presente fuera de nuestro hogar, las tres se levantaron con entusiasmo para darme una última mirada. Amy y Meg se encargaron de que cada parte de mi fuera perfecta, mientras que Jo me nombraba los temas de los cuales debía hablarle al señor Loughty. Poesía clásica, novelas recientes, preguntar sobre su política y su mirada de las guerras y los problemas mundiales, etc. Respire hondo cuando Meg contó hasta tres antes de abrir la puerta para que no pareciera tan desesperada mi aparición en cuanto el señor Loughty toco la puerta.

Un elegante caballero se escondía del otro lado y me pregunte porque no abrimos la puerta en cuanto escuchamos los caballos. El señor Loughty ni siquiera se percató de que el vestido que usaba era notablemente de Amy, ni que mi cabello estaba exageradamente peinado, ni que mis zapatos brillaban por su costoso precio, tambien préstamo de Amy. Simplemente me miró a los ojos y no pudo evitar sonreír.

―Señorita March―me saludo con las mejillas sonrojadas.

―Señor Loughty.

―¿Me acompañaría en esta hermosa noche?―me ofreció su brazo y sonreí divertida despidiendome de mis hermanas. Meg cerró la puerta y el señor Loughty me abrió el carruaje. Antes de subir, lo mire de frente y pregunte:

―Están en la ventana ¿Cierto? ―Loughty levantó su vista discretamente detrás de mí observando la ventana de la sala y rio bajando la mirada un tanto avergonzado.

―Si, lo están.

Fue incomodó, pero antes de subir les di una mirada mostrando mi desagrado y ellas cerraron las cortinas, aunque volvieron a abrirlas en cuanto creyeron que no las vería dentro del carruaje.

Ya listos, el chofer avanzó y no pude evitar sentirme notablemente nerviosa. No sabía con quienes cenaríamos, o si lo haríamos a solas, de qué cosas debía realmente hablarle, ¿sonaría muy egoísta si hablase solo de mis poemas? ¿tendría que sacar el asunto con las sufragistas? ¿que se supone que debamos hablar?

―El baile ha sido espléndido―comentó sonriendo sin mostrar sus dientes.

―Si, lo mismo pense.

―Nunca pensé que podía disfrutar tanto un baile sin siquiera saber bailar.

―Creo que fuimos los mejores bailando―bromeé y el señor Loughty río genuinamente, pero pude notar su incomodidad, y por varios minutos, ninguno dijo nada más. No me imagine que sacaría un tema de tal magnitud, pero debí suponerlo. No era algo con lo que había fantaseado toda la noche después del baile, pero definitivamente no era un detalle menor que pudiera dejar pasar.

Lorelai March ⸻ LITTLE WOMENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora