50. El amor y el romance.

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Mis ojos se sienten pesados, aunque el sonido de la puerta cerrándose me ha despertado. No sé que hora es, pero lo único que puedo pensar es que es tarde, ya que escucho los murmullos de Morgan por el pasillo diciéndole a Marco que va a dormir en la siguiente habitación.

El efecto del acido se me ha pasado por completo, ya no siento absolutamente nada, más que sueño, pero eso ya es cosa mía.

Sigo en la habitación de Finn, y aunque estoy sola en la cama, escucho un ronquido apenas perceptible, lo cual me deja saber que sigue aquí.

Espero que sea él y no un loco que entró por la ventana.

Me incorporo sintiendo mi cuerpo pesado por el sueño, y me froto los ojos al no poder enfocar las imágenes de lo que me rodea. Una vez que puedo observarlo que hay a mi alrededor, me doy cuenta de que Finn está en el suelo, en una cama improvisada que hizo con mantas y almohadas.

¿Por qué está ahí? ¿Qué pasó cuando me dormí?

Mi cuerpo cada vez me pide con más ansias que ceda al sueño, y estoy segura de que bostecé ya como diez veces este ultimo minuto, pero quiero seguir hablando.

"¿Amanecer o anochecer?" Pregunta Finn.

"Anochecer" vuelvo a bostezar.

"Deberías admitir que sí quieres dormir"

Ya me lo ha preguntado varias veces, pero el que mi cuerpo quiera dormir, no significa que yo quiera hacerlo.

Aunque sinceramente ya no aguanto más.

Llevo los ojos cerrados desde hace un rato, y lo último que recuerdo sobre la posición en la que Finn y yo estábamos antes, es que estábamos recostados en la cama, y frente a frente, tal cómo habíamos estado antes de que le confesara mis sentimientos.

"No" respondo, pero sé que apenas y se me ha entendido.

"Si tienes sueño puedes...

Ya no recuerdo más.

Me quedé dormida, y realmente fue una buena decisión a pesar de que quería seguir hablando con él.

-Finn- le llamo, pero ni se inmuta-. ¡Finn!- Alzo un poco más la voz.

El chico comienza a moverse en el suelo, pero lo único que logro es que de estar boca arriba pase a ir de lado, lo cual hace que el leve ronquido desaparezca.

Al menos lo he salvado de asfixiarse.

Bajo mis pies de la cama, y con uno de ellos muevo ligeramente su hombro, lo cual hace que me responda con un asentimiento de cabeza, y un quejido a voz ronca.

-¿Qué haces en el suelo?- Murmuro.

-Dormir.

No sé si es mi culpa por no ser más especifica, o la suya, por el hecho de que le gusta molestar de vez en cuando.

Me gustaría pensar que es la segunda opción.

-¿Y por qué no conmigo?

No recibo respuesta, lo cual me hace pensar que ya se ha quedado dormido de nuevo, pero apenas escucho que toma una respiración profunda, me asomo un poco más para verlo.

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