41. Valentía, intensidad y confianza.

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Por más que me gustaría haberle dicho que sí, no pude hacerlo. Dormir aún me parece el punto más vulnerable, y aunque quiero pensar que Finn no hará nada que no quiera, hay cierta confianza que no puedo darle tan pronto. Después de todo, ya me he equivocado una vez.

Una vez que rechacé su oferta no volvió a insistir, pero me ofreció quedarme a ver una película si es que no tenía que irme pronto, y a eso no pude negarme. Así que ahora estamos en su habitación, viendo Jumanji, o al menos usándola como ruido de fondo mientras de vez en cuando le echamos una mirada y descuidamos nuestra partida de Scrabble.

Y yo de vez en cuando aprovechando la distracción de Finn para verlo a él, y su collar de con la pua.

-¿Sigues nervioso?- Pregunto con simpleza.

Parece sorprendido con la pregunta, así que cuando se gira a mirarme, limito a alzar mi mano y llevarla hasta su collar, donde enredo mi dedo indice en la cadena para alzarla un poco.

-Ah, eso- toma mi mano y me hace bajarla-. No sé, siempre que van de visita a donde sea que esté viviendo me pongo así. Bueno, con mamá no tengo ese problema, hablo de cuando va papá, estoy esperando que diga algo bueno sobre mi trabajo, pero no lo hace.

-Realmente quieres que lo diga- murmuro.

-Pues apreciaría que lo haga, ¿no hay algo que desearías que tus padres hubieran hecho?- Al decirlo abre sus ojos con impresión, cómo si quisiera retractarse-. No me hagas caso, mis problemas paternales deben parecerte estúpidos en comparación... ¡No quise decir eso tampoco!

Verlo tan nervioso me provoca algo de gracia, pero no digo nada, sólo sigo escuchando cómo titubea al hablar e intenta disculparse por su mala forma de explicarse.

Mientras tanto, yo finjo no verlo y comienzo a ver las fichas que me quedan.

-Perdón, yo no quería decir eso- finaliza.

Lo miro de reojo y le ofrezco una sonrisa sincera. No me ha molestado que mencionara a mis padres, ni mucho menos que me contara sobre sus problemas con los suyos; que yo la haya pasado mal no significa que no quiera escucharlo hablar de sus problemas, o que me parezcan insignificantes.

-¿Quieres agua? Me da miedo que te desmayes de pronto.

Suspira- No te ha molestado mi pregunta, ¿cierto?

-Ni un poco.

Agacha su cabeza y comienza a asentir, aunque ahora creo que está mas bien avergonzado, así que muevo un poco el tablero y me arrastro por la cama para quedar mas cerca de él, hasta que no hay nada entre ambos, y su rodilla roza con la mía.

-Casi termino el libro que me regalaste- anuncio en un pobre intento por hacerlo olvidar el tema anterior.

Además ya era necesario decírselo.

-¿Orgullo y Prejuicio cómo por millonésima vez?

-Sí, pero este era especial.

Me inclino para apoyar mía manos en su pierna, y aunque sus ojos delatan sorpresa, posa una de sus manos en mi espalda baja. Recargo mi barbilla en su hombro y le ofrezco una sonrisa antes de decir:

-Te quiero, Finn.

Parece que tampoco esperaba que dijera eso, ya que inclina su cabeza, y hay un ligero rubor en sus mejillas.

Apenas es perceptible, pero me alegra haberlo notado.

-Y mucho- finalizo.

ROMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora