57. El proceso y un vestido rojo.

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Han pasado unos días más desde la conversación con Helena. Es mitad de semana; el viernes en la noche sale el álbum, y el sábado... es mi cumpleaños.

Lily me ha preguntado varias veces que haremos, pero tampoco ha tenido tanto tiempo de insistirme gracias a que sigue en semana de exámenes y pasa mayor parte de su día en la biblioteca porque dice que mi presencia la distrae ya que quiere comenzar a hablarme.

Bueno, tampoco tengo una capa invisible para andar por la casa, ¿verdad?

Estos día he estado trabajando con Elliot, y de hecho conseguí hacer varios tatuajes a un par de parejas enamoradas. Creo que está de moda tatuarse codigos para escanear canciones o algo así; pero a pesar de que pienso que es el peor error de la vida, esos trabajos significan que conseguí una cantidad generosa de dinero.

Y gaste un poco en un regalo para Finn.

No soy de las que creen que las personas deberían pedir perdón con un regalo igual de grande que su culpa, pero quería demostrarle de alguna forma que había estado pensando en él estos días, y el regalo es para felicitarlo por su primer álbum.

Si es que aún me invita el viernes se lo daré ahí, sino, lo llamaré en mi cumpleaños y le preguntaré que si tiene planes o que si quiere salir conmigo y con Lily. Ahí podré dárselo.

He vuelto a mi etapa ermitaña. Lo único que hago es salir a trabajar, tomar la clase de diseño desde mi computadora, y quedarme enredada en mantas mirando las mismas películas románticas de bajo presupuesto de siempre.

Ahí el amor todo lo puede, sí claro.

Estúpido Patrick Verona, me haces pensar que al ser antipática puedo quedarme con el mujeriego retirado.

-Estúpido Finn-mascullo.

No hizo nada malo, de hecho la que hizo mal fui yo, pero estúpido por ser tan buen novio que me hace quedar cómo aún más estúpida a mí.

Lo extraño mucho.

El sonido de mi teléfono me sobresalta, y mis latidos se descontrolan haciéndome sentir igual de asustada que si hubiera sonado una alarma sísmica.

Siento el corazón en la garganta.

Tomo el teléfono que había dejado erróneamente debajo de la almohada donde estaba recostada, y reviso quién está llamándome.

Skylar Hennman.

¿Este es el momento donde me llama para gritarme por lo que le dije a su hermano?

Seguro que Finn le contó, siempre se cuentan todo. O al menos así era antes, pero no creo que haya cambiado mucho.

Algo dudosa, deslizo el botón verde y me llevo el teléfono a la oreja.

-¿Hola?

-¿Qué haces? ¿Estás ocupada? ¡¿Quieres ir de compras?!

Me ha soltado las tres preguntas tan rápido que apenas he podido procesarlas, pero en cuanto comprendo que más bien parece emocionada y no molesta, siento que se me va un peso de encima.

-Uhmm...

-Tampoco es obligación, pero necesito vestido para el viernes, ¿tú ya tienes que ponerte?

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