ROMA

23. Lo espontaneo.

Helena llegó luego de una hora por Lou, ahora mismo ya estoy en el bar, y estoy que me vuelvo loca por tanta gente. Al parecer hay un partido de hockey importante, así que, como es costumbre, el local se ha llenado hasta reventar, y las bebidas son lo lo que más vende días así.

Esta tarde me la pasé bastante bien, Lou es muy buen niño y me hizo sentir que el departamento no estaba tan solitario. Cuando subimos ya no volvió a dormir, así que estuve un rato hablando con él, más que nada escuchando su conversación sobre su personaje favorito de la película que vio la noche anterior con sus abuelos.

Tiempo que me tomé bueno para intentar hacer un dibujo a mano que verdaderamente logró convencerme, y luego tuve que llamar a Lily para que me dejara usar su tableta y descargar una aplicación de dibujo digital. Resulta que no me fue tan difícil comprenderla, sólo tuve que hacer un montón de rayones hasta encontrar con cual lápiz debía dibujar cada cosa.

Dejé mi trabajo a la mitad ya que tuve que comenzar a prepararme para venir a trabajar.

Por otro lado, me sentí emocionada mientras dibujaba tanto el físico, como el digital. No sé porque había dejado de dibujar, realmente lo disfrutaba.

-¡Chelsea! - Grita Helena haciéndome dar un respingo- ¿Otra vez soñando despierta?

-Para nada- niego girándome a verla-. De hecho, pensaba en lo adorable que es Lou y como consideraría ser niñera si pronto me veo necesitada de dinero.

-Pues yo encantada de contratarte, Lou no paraba de hablar de hablar de Chellie- su sonrisa se minimiza un poco-, también de Sean, pero de él no me dio tanto gusto escuchar que se haya ganado su cariño tan rápido.

-No quieres que...

-¡No! Claro que quiero que se lleven bien, pero, ya sabes, quería un poco de karma y ver que tuviera que esforzarse más de una salida para agradarle tanto a Louis- ríe-. Pero estoy feliz, sé que será lo mejor para mi hijo.

-Toda una adulta madura.

-Me sonó a sarcasmo.

-Una parte, sí- me burlo.

-Ya te veré cuando seas madre, Chellie.

No va a pasar.

-Serías una excelente mamá de eso estoy segura- continua y hasta parece que le brillan los ojos de ilusión-. Digo, adoras los niños, seguramente lo seas.

-Que adore a Lou no significa que adore a todos los niños.

-No, pero tus palabras en ciertas conversaciones terminan por decirme que si los adoras. No te atrevas a negarlo- me mira de forma acusatoria.

Levanto ambas manos en forma de rendición- Bien, me parecen una bola de energía y de vez en cuando dicen cosas ingeniosas o inocentes que me provocan risa, así que tal vez si me gusten los niños.

-Los adoras.

Ruedo los ojos-Sí, como sea.

No creo que tenga el potencial para ser madre, es una responsabilidad demasiado grande y no sólo se trata de mantenerlos con vida, como para poder decir que eres buena cuidandolos.

-Bueno, regresando al tema principal- sonríe-. Hablé con Sean hace rato, dijo que le había gustado conocer a Lou y que quiere verlo al menos una vez por semana.

-Eso es bueno.

-Sí, y dijo que sus padres también quieren conocerlo, seguramente la próxima vez tenga que ver a mis ex suegros también.

No estoy segura si eso es una buena o mala noticia, pero antes de que pueda preguntarlo, Helena dice:

-Eran bastante normales, pero la ultima vez que los vi, fue cuando terminé buscando a Sean en su casa y ellos se disculparan conmigo por abandonarme. Será extraño.

-No tienes que hablar con ellos más allá de un simple hola si no quieres- le recuerdo al momento en que veo que una chica se acerca a la barra y me hace una seña para atraer mi atención-. Helena, me encantaría seguir hablando, pero...

-Anda ve, que mis ex suegros no van a quitarme el sueño- hace un ademán restándole importancia.

Dejo a Helena sola, pero en todo el tiempo que me mantengo atendiendo a los clientes que se acercan ala barra vuelve a mi mente el recuerdo de Lou divirtiéndose y actuando como un niño mientras que yo intentaba no llorar.

Realmente no entiendo de donde viene ese sentimiento, digo, mi infancia cómo una niña pequeña nunca fue del todo mala, mis padres eran bastante normales en ese entonces, pero pensar en los niños en el parque divirtiéndose y usando su imaginación me hace sentir cómo si la Chelsea pequeña que vive muy dentro de mí quisiera ser igual de espontánea que ellos y poder divertirse de igual forma.

Pero ya no puedo actuar como una niña de cuatro años.

Y seguramente nunca voy a poder ser tan espontánea y creativa como ellos sin dejarme sentir intimidada por las miradas de los demás.