Capitulo 7

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A la mañana siguiente mi padre había regresado, pero ese sábado era especial.

Una vez al mes los bomberos hacen una parrillada benéfica y llevan a su familia, mi hermano tenía que trabajar y yo no estaba dispuesto a ir.

En la mañana me quede acostado en la cama hasta tarde, la parrillada era a las dos así que tenían que irse media hora antes, Linda entro a mi habitación.

—Matt dice tu padre que te levantes y te vistas para ir a la parrillada —dijo en un tono dulce.

—No me siento bien —contesté cansado.

Ella se acercó a mi y puso su mano en mi frente para ver si no tenía fiebre.

—Pues fiebre no es, seguro que no es por lo de ayer —insinuó.

La mire a los ojos sin decir nada.

—Esta bien le diré a tu padre que te siente mal y que no podrás ir —me cubrió ella.

—Gracias —dije sonriendo.

—Solo una cosa Stu no irá podrías cuidarlo.

—Si —contesté no muy contento.

—Gracias —sonrió ella para salir.

Ella salió de la habitación y me volví a tapar con las cobijas, me volví a dormir.

Después de unos 20 minutos de silencio la tele empezó a sonar muy fuerte, trate de que no me afectara pero el volumen era muy alto y tenía mucha hambre, trate de resistirme pero no pude, el hambre me gano.

Baje las escaleras de la casa y fui hacia la cocina, Stu estaba sentado en el sillón jugando con su videojuego.

Busque en el refri pero no había nada de comer, saqué la poca leche que quedaba y la serví en un plato de cereal, lo acompañe con cereal de niños pequeños, Stu solo los compraba por el juguete y no se los comía.

—Se llevaron toda la comida para la parrillada —dijo sin mirarme.

—¿Por que no fuiste? —pregunté curioso.

—No me gusta ir y tu —preguntó él.

—Odio las parrilladas —contesté, no era cierto.

Puso en pausa un minuto su juego y me volteo a ver.

—Es verdad todo lo que le dijiste ayer a mi papá —dijo confundido.

—Lo escuchaste —expresé asombrado.

—Lo escucharon todos, creo que hasta los vecinos se enteraron —exclamó riendo— entonces si era verdad.

—¿Qué parte? —pregunté pues no quería decirlo todo.

—De que nunca llamo —dijo curioso.

—Él solo llamo cuando naciste y la vez que le dijo a mi madre que ya era hora de que nos mudáramos con él —conté sentándome a su lado.

—Lo siento —se disculpó bajando la mirada.

—No fue tu culpa —le aseguré y es que no lo era.

—Quieres jugar, es mejor si es de dos jugadores —ofreció sonriendo.

—Claro por que no —acepté confundido.

Empezamos a jugar, Stu era muy bueno para los videojuegos, sin embargo yo era un asco.

Después de un rato jugando videojuegos nos dio hambre, Linda nos había dejado dinero para comer así que pedimos una pizza, cuando llego nos la comimos en cuestión de minutos.

No es otra historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora