Capitulo 23

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Las cosas iban bien, tenía amigos, familia, salud pero era un desastre en la escuela.

Mis notas estaban por los suelos, estaba a punto de reprobar y si lo hacia lo mas probable es que mi padre me cambiara de escuela.

Mi hermano trato de ayudarme con los deberes pero por su tiempo y mi necesidad de molestarlo todo terminaba mal.

Estábamos en clase, Thomas y yo íbamos a reprobar sin duda pero Bea llevaba las mejores calificaciones de la escuela.

—Muy bien chicos —dijo el profesor Brown —todos los chicos que están con promedios bajos deberán ir al fin de semana de cursos no quiero decir nombres pero Thomas, Matt es obligatorio que vayan.

Thomas esbozó una linda sonrisa hacia el profesor, la campana sonó y ambos salimos a tomar el desayuno.

—Odio esos viajes son muy aburridos y pasas todo un fin de semana al aire libre —se quejó Thomas.

—Bueno tal vez si pusieras atención a las clases no tendrías que ir —reprochó Bea— vamos chicos que no quieren entrar a una buena universidad.

—Bueno mi padre es bombero y apenas y termino la prepa, mi hermano doctor y apenas y paso así que no me preocupo —era verdad, no sabía ni que iba a estudiar.

—Yo jugare profesional así que estaré bien —aseguró Thomas.

Jugará o no iba a estar bien, el iba a heredaría la compañía de sus padres y posiblemente no tendría que trabajar nunca.

—Oh vamos chicos pueden pensar algo mejor no creen, además se divertirán en el fin de semana de curso.

Thomas la miro como si estuviera diciendo una broma.

—Anda al menos estaremos juntos —me alegré.

—Bueno eso si, nos libraremos de Bea un fin de semana —dijo Thomas, a ella no parecía agradarle la idea.

El fin de semana llego rápido, ambos llegamos temprano a la escuela.

Bea estaba ahí para despedirse, era hora de irnos.

—Bueno será nuestro primer fin de semana separados —comentó ella abrazando a Thomas.

Él besó su frente.

—No me olvides vale —le dijo de manera burlona y se fue al autobús.

Ella me abrazo y besó.

—Cuídalo y no veas otras chicas, llámenme cuando lleguen —pidió sonriendo.

—Tranquila Bea no nos vamos a la guerra —dije besándola.

Thomas gritó por la ventana del autobús.

—Subirás o que —exclamó molesto.

Me despedí de ella y me subí al autobús, el viaje duró casi tres horas, para cuando llegamos Thomas seguía dormido.

Ambos nos bajamos del autobús.

El lugar no era tan malo por lo que me había contado Thomas, al parecer el lugar antes era una universidad ahora se usaba para chicos de intercambios y para nuestra escuela.

El lugar era como un tipo castillo enorme y estaba lleno de chicos de otros países, nosotros nos quedamos en una habitación pequeña ya que habíamos llegado muy noche.

Para la cena Thomas ya había coqueteado con unas cuantas chicas.

—¿Y bien que tal te fue? —pregunté divertido.

—Pues tu lo dirás, conseguí tres números —dijo exitoso.

—Recuerda que solo venimos para las calificaciones —le dije a Thomas.

—Oh vamos solo será un fin de semana, por favor Matti —dijo poniendo cara de perrito triste.

—Solo si no me vuelves a llamar Matti —pedí.

—Esta bien, esta bien —dijo feliz.

A la mañana siguiente tuvimos clases todo el día.

No pensé que fuera tan malo como Thomas decía pero si que lo fue.

Terminamos a las ocho y al día siguiente nos íbamos de vuelta a casa.

Decidí comer algo antes de irme a mi habitación, Thomas ya se había ido así que compre algo de comida y me senté a comerla.

Termine y me fui a mi habitación antes de entrar vi que había una playera tirada fuera de la habitación, no entendía por qué.

Al abrir la puerta estaba oscuro de momento pensé que estaba Thomas dormido hasta que empece a escuchar gemidos, en esos momentos no entendía que pasaba así que lo único estupido que se me ocurrió fue prender la luz, una chica estaba sobre Thomas.

—Largo —grito aventándome algo de ropa del suelo.

Salí de la habitación, parte de mi se alegro por Tommy y la otra se había quedado traumatizada de por vida.

La chica salió vestida después de unos minutos solo sonrió y se fue.

Entre a la habitación, Thomas estaba cambiándose.

—¿Qué fue eso? —pregunté.

—Eso fue una linda chica y algo de lo que Bea no se puede enterar —guiño un ojo.

—Al menos pudiste avisar y no entraba —me quejé.

—Deje la ropa frente a la puerta —dijo él con una sonrisa.

—Se deja una gorra Thomas no ropa —explique algo molesto ante la confusión.

—Bueno a la próxima dejare una gorra —contestó acostándose en la cama.

Hice lo mismo ya que estaba muy cansado, nos tuvimos que despertar temprano ya que el autobús se iba a esa hora, al llegar Bea y mi hermano ya nos estaban esperando.

—Hola chicos como les fue —saludó Bea emocionada.

—Muy bien —contestó Thomas con una sonrisa en su cara.

—¿Y que tal el estudio? —preguntó ella.

—Ah también bien —dijo Thomas.

Ella sabia que algo andaba mal, nos miro con esa mirada con la que siempre nos sacaba información.

—Thomas se acostó con una chica, los siento hermano pero si no lo decía me iba a matar —conteste débil.

Ella se lo llevo jalando del brazo, a Thomas no le iría nada bien.

Yo me fui a mi casa con mi hermano solo quería dormir todo el día.

No es otra historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora