Capitulo 29

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El remolque de Thomas era lindo, estaba todo bien acomodado y limpio.

Íbamos camino a las montañas, Thomas me había dicho que tenían una casa por las montañas y que era el mejor lugar del pueblo para pasar la tarde.

En el camino íbamos los tres hablando cuando mi teléfono comenzó a sonar, era mi hermano, lo mire por unos segundo.

—¿No contestaras Matti? —preguntó Bea.

—No creo que no —dije apagando el teléfono.

Ellos me miraron extrañados.

—Es mi hermano y estoy seguro que en estos momentos está molesto y me hará volver así que mejor lo apago —explique con mucha lógica.

—Bueno tienes razón —dijo Thomas apagando su teléfono al igual que Bea.

Después de pasar a tres estaciones pues Thomas tenía una mala vejiga por fin llegamos a una casa en la cima de la montaña.

La vista era hermosa, al igual que la casa, bajamos todo pues estaríamos dos días ahí.

Thomas bajo una hielera enorme, él me miró con una sonrisa, abrí la hielera y si, era mucho licor.

—Está es tu idea de cumpleaños embriagarte hasta no recordar nada —dije riendo.

—Bueno no es mi cumpleaños es el tuyo así que no me importa olvidar este día —sonrió tomando una botella y sirviendo un par de tragos— toma prueba.

Él me dió el pequeño vaso, le di un sorbo y sentí como mi garganta se cerraba, empecé a toser.

—Oh si, nunca olvides tu primera vez con el tequila —dijo dando un gran sorbo de la botella sin dar una muestra de sentirlo.

—¿Te gusta esto? —pregunté asombrado.

—Te acostumbras —contestó dando otro sorbo.

—Muy bien empecemos esta fiesta pero antes —dijo sacando un pequeño pastel de una de las hieleras.

Thomas lo puso sobre la mesa y puso una vela pequeña que prendió.

—Bien Matti pide un deseo —dijo abrazándome.

No sabia que pedir así que hice lo más cuerdo posible, pedí que mi hermano no me matara.

—Muy bien ahora sí —exclamó Bea tomando una botella, ambos tomamos y fue algo genial.

No les podía seguir el paso a ambos pero vaya que sin duda podía tomar mucho, empezamos a reír y contarnos largas historias.

Nunca pensé que Bea fuera campeona de deletreo por cinco años seguido o que Thomas supiera tocar el piano, en realidad era medio torpe en muchos aspectos.

De un punto a otro me lo había pasado tan bien que terminamos durmiendo a las cinco de la mañana.

Al despertar me dolía la cabeza y sentía que explotaría, Bea y Thomas estaban preparando el desayuno.

—No volveré a tomar —exprese sentándome.

—Toma esto te ayudará —dijo dándome café.

—Oh amigo abra peores —sonrió Tommy tomado café como si fuera agua.

—¿Cómo es que no les afecta? —pregunté tomando café.

—Bueno tener padres gays ayuda, siempre tienen licor en casa y casi nunca están así que Bea y yo probamos de todo —explico Thomas.

—Y tus padres no se dan cuenta —dije confundido.

—No, están más metidos en sus problemas que no checan cuánto licor les queda solo lo toman —contestó.

No es otra historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora