Capítulo 42

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Daniel.

— ¡Muevan esas piernas! ¡Los quiero sudando!

Los gritos de Vicent era algo que en definitiva no extrañaba, desde hace unos días se me permitió volver a entrenar con el equipo debido a que mi tobillo estaba mejorando, aún tenía mis momentos en los que tenía que frenar porque el dolor se volvía insoportable pero ya era una ventaja que se me permitiera volver. Vincent estaba contento por mi regreso, me obligaba a venir aquí cada vez que terminaba las sesiones con el fisioterapeuta y no me molestaba, estaba contento de entrenar nuevamente con mi equipo.

— ¡Mierda Jack, corre, mi perro te alcanzaría en un segundo!

Jack me miró con diversión y sonreí porque sabíamos que estaba burlándose de nosotros.

En este momento estábamos haciendo un circuito pequeño, consistía en correr de lado a lado en la cancha y saltar los aros que estaban en el suelo y se estaba volviendo agotador, pero no me quejé.

Continuamos con el entrenamiento hasta que el sol estaba casi ocultándose, Vincent nos dejó ir cuando estuvo satisfecho y nos presionó para seguir mejorando ya que el partido seria en un par de días y estaba feliz de que me contemplara porque era lo que más anhelaba, jugar en la final.

—Oye, Wilson.

Me di la vuelta cuando vi que todos se estaban dirigiendo a las regaderas. Jack me puso una mano en el hombro.

— ¿Quieres ir por un trago? Yo invito.

Dude un poco, porque estaba a punto de irme a casa, pero recordé que Cami no estaría debido a que por algún motivo recuperaba una clase hasta tarde así que no importaba mucho que matara el tiempo con él.

—De acuerdo, solo tomo una ducha y salimos.

Jack asintió y seguí a mis compañeros. La ventaja de tener tantas regaderas es que no teníamos que esperar a que alguien saliera para entrar y hacía que todo fuera más rápido, no demoré mucho en la ducha, la espalda estaba matándome al igual que los brazos y el jodido tobillo, me había descuidado un poco porque las primeras semanas de mi lesión no había entrenado en absoluto.

Envolví la toalla alrededor de mi cintura para salir y noté que el vestidor ya estaba vacío aunque aún podía escuchar las voces de mis compañeros por los pasillos, lo cual fue mi señal para apresurar el paso y cambiarme con rapidez, al salir al estacionamiento me encontré a Jack recargado en su auto con el teléfono en su mano y supe que no tenía remedio al irme con él pues Frank que había sido la persona que me trajo se marchó y sabía que ahora que Nicole estaba en la ciudad no quería desperdiciar ni un minuto.

—Entonces... —guardó el teléfono en su bolsillo. — ¿Estas listo?

—Siempre lo estoy.

Mi amigo sonrió y me subí a su auto. El sol ya se había ocultado por completo y ahora las calles eran iluminadas por las faros grandes de la ciudad, el viento cálido azotaba los árboles y palmeras a nuestro alrededor, yo no podía notarlo porque Jack tenía el aire acondicionado y aun así no logró calmar su mal humor por el tráfico, Los Ángeles es un lugar increíble, pero también muy transitado y llevábamos diez minutos en el mismo punto.

—Esto es lo que odio de la ciudad. —murmuró él bajando los vidrios y echando una mirada a los demás autos. —el puto tráfico.

—Ya deberías acostumbrarte, es una ciudad grande.

—Nunca puedo acostumbrarme, no tengo paciencia para estas cosas. —hizo sonar el claxon. — ¡Ya mueve imbécil, está en verde!

El auto de enfrente aceleró y Jack volvió a subir los vidrios para dar vuelta en la siguiente calle hasta que llegamos a un club que conocía bien, ambos entramos al lugar y era impresionante la cantidad de personas que estaban bailando, parecía que la universidad había reunido y escupido a todos los estudiantes aquí, apenas y se podía caminar por la pista para llegar a la barra.

¡Nosotros! (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora