Capítulo 50

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Cami

Mis lágrimas comenzaron a ser más frecuentes, traté de mantenerme indiferente pero la verdad es que me dolía y mucho. Cada segundo nos alejábamos más del lugar que alguna vez pensé era mi hogar. Cerré los ojos en un intento desesperado de olvidarme de lo que había sucedido, pero fue imposible, aun podía ver su rostro, sus ojos marrones conteniendo las lágrimas cuando le entregué el anillo, su voz implorando que me quedara estaba grabada a fuego en mi memoria.

—Hey.

Abrí los ojos cuando sentí la mano de André posarse en mi rodilla.

—Todo estará bien.

Sacudí la cabeza.

—No lo estará. —me limpie las mejillas. —Me siento tan estúpida.

—No. —se detuvo cuando el semáforo se puso en rojo. —No digas eso.

—Confié en él. —admití sintiendo mi pecho arder. —Me hizo seguir avanzando con los planes de boda mientras él... ¡Dios! Ni siquiera puedo decirlo.

André se quedó callado al escuchar mi confesión, no tenía idea de que habíamos terminado por esa razón, pero agradecí que tampoco indagara más en el tema, puso el auto en marcha en cuanto la luz cambió y nos quedamos en silencio hasta llegar al estacionamiento de la universidad. No me moví, simplemente me quedé allí observando como algunos estudiantes caminaban.

— ¿Quieres hablar de lo que pasó?

Me limpié las mejillas queriendo terminar con este espectáculo que estaba dando, pero no servía de nada, parecía que estas nunca se acababan y ya no tenía fuerzas para continuar llorando.

—La verdad es que no. —abrí la puerta. —Lamento mucho lo que te dijo, yo no...

—Descuida. —dijo él tratando de mostrarme una sonrisa. —Me han llamado cosas peores.

—André...

—Todo está bien, de verdad. No te preocupes.

Lo miré por unos segundos hasta que me mostró una sonrisa sincera, salí del auto y me acomodé el bolso, a lo lejos escuchaba como todo el mundo seguía en sus asuntos, completamente ajenos al dolor inmenso que no me cabía en el pecho.

André también descendió del vehículo y caminó hacia la parte trasera del auto para sacar mis cosas del maletero, toda mi vida estaba empacada en esas dos maletas.

— ¿Necesitan ayuda?

Ambos nos dimos la vuelta y vimos a Luci y a Derek caminar hacia nosotros tomados de la mano.

—Claro. —respondió André.

Derek soltó su mano para venir a ayudar con el equipaje, en cambio Luci se acercó lo suficiente para rodearme en un abrazo y no pude contener las lágrimas.

—Está bien, Cam. Todo está bien.

Me aferré a su suéter y cerré los ojos dejando salir todo lo que estuve conteniendo en el auto, ella pasaba las manos por mi cabello como si de una pequeña se tratara y me besó la frente cuando notó que con el pasar de los minutos me tranquilicé un poco.

— ¿Lo viste? —me preguntó suavemente y asentí.

André y Derek tomaron mis maletas y caminaron hacia los dormitorios, Luci y yo lo seguimos con lentitud porque juro que hasta el caminar era doloroso, tal vez la resaca había hecho más daño del que aparentaba y eso sumado al dolor que estaba creciendo en mi pecho me hacían sentir como si estuviera muerta en vida.

Luci logró convencer al guardia de los dormitorios para que dejaran subir a los chicos, tuvimos que asegurarle que solo iban a subir mis cosas, así que una vez que accedió nos adentramos a las espantosas escaleras, Derek y André mantenían una charla neutra mientras subíamos, hacían que el lugar se sintiera menos incomodo y lo agradecí.

¡Nosotros! (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora