La melancolía del erizo y la duda del rey

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Sherlock y Victor tenían a Richard y a la criatura con ellos.

-¿Están seguros de que pueden pasar la noche en su cuarto? Nosotros podemos vigilarlos

-No te preocupes, John. Si Richard enloquece la criatura nos ayudará- habló Sherlock.

-Pero él y Victor..

-Esto nos involucra a todos, haremos lo que podamos para estar a salvo

-Gracias, Sherlock

-Gracias a ti por hacérmelo saber. Prometo que te protegeré, a todos

-No tienes que

-Quiero hacerlo. Este caso es interesante

Sherlock sonrió divertido y junto con Victor y los demás dejó la habitación. John se quedó viendo la espalda del chico bailarín hasta que desapareció por las escaleras al tercer piso. Cerró la puerta de la habitación y miró a sus nuevos compañeros, Hamlet y Edgar estaban sentados en su cama y Greg en la que le pertenecía.

-Entonces, ¿cómo haremos esto?- preguntó Greg.

-Propongo que John y yo compartamos el lecho- dijo Hamlet.

-No es mala idea. Edgar puede dormir con Greg

-Si, ¿por qué no?

Edgar se pasó a la cama de Greg y John se dejó caer en la suya. Estaba exhausto, el día se le había hecho demasiado largo, como si fueran capítulos de un libro interminable, y no tuvo ni un momento de descanso. Se acomodó y apenas su cabeza tocó la almohada cayó dormido.

🦔🦔🦔

Un ruido lo despertó, pareció ser el único afectado. La habitación estaba a oscuras, la luna teñía el cuarto con luz blanca a través de la ventana sobre el escritorio. Todos estaban dormidos, Greg y Edgar en la cama de su amigo y Hamlet estaba a su lado; luciendo una expresión tan tranquila al dormir, John no imaginaría que ese era el famoso príncipe melancólico sumido en depresión. Corrió un rizo castaño de su rostro y pasó un dedo por su pálida mejilla confirmando que fuera real.

Recorrió una vez más la habitación con la mirada y luego miro a sus manos descansar en sus piernas. Todo era tan extraño. Todo pasó tan repentinamente que no había tenido tiempo de procesarlo. Él y sus amigos, simples chicos de universidad queriendo acabar sus estudios, se vieron arrastrados a un enfriamiento de mentes maestras entre personajes literarios. Sin saber que hacer, todas las ideas siendo meras especulaciones, nadie se apareció ante ellos y les dijo que debían salvar a esos antihéroes de su destino. Nadie les preguntó si estaban dispuestos a sacrificarse por el bien de un "legado" o una versión alterna de sí mismos.

-¿John?

El rubio volteó la cabeza hacia un lado, Hamlet lo miró unos momentos antes de sentarse en la cama y cruzar las piernas.

-¿Te encuentras bien, amigo?

John dejó salir un suspiro y dobló las piernas para abrazar sus rodillas.

-No. Todo esto es.. ridículo

-¿Por eso que afirmas decir sobre nuestra imposible existencia?

-Sí. Es imposible, es..

-Ridículo

Hamlet le sonrió y desenredó de las rodillas los brazos de John para tomar su mano y verlo a los ojos

-Pero yo soy real. Tan real cómo lo que siento por ti

-Hamlet,no..

-Por favor, escúchame John. Desde que llegué a este mundo puedo asegurarte que me siento igual o más confundido que tú. Mi vida cómo la he conocido hasta ahora se ha desvanecido y he aparecido en un lugar lejos de mi tierra en espacio y tiempo. Lo único que me mantuvo de perder la cordura fuiste tú, John amigo. Tu paciencia, amabilidad y valentía me parecen cualidades maravillosas, y me alegra que hayas sido tú ante quién me he presentado, aún sí la persona correcta está en otra habitación con mi apariencia misma. Y estoy seguro de que los demás piensan de igual forma, todos estamos agradecidos por conocerte.

וAnti-héroes Literarios•×Where stories live. Discover now