Epílogo

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Sherlock tocó dos veces antes de entrar a la habitación de John. El rubio estaba metiendo su ropa en un bolso rojo sobre la cama, volteó al escuchar los golpes y dejó todo para acercarse a él.

–¿No tendrías que estar en el hospital?– preguntó observando su abdomen como si tuviera rayos X.

–Mycroft me dio un poco más de tiempo

–Tienes que hacerte ver- reclamó regresando con su bolso. –¿Y qué? ¿Vienes a despedirte?

–¿Te irás a medio semestre?

–No es mi desición– Dejó el bolso con un suspiro y volteó con las manos en la cadera. –El decano nos echó a todos. Dijo que primero viene nuestra salud mental y luego los estudios

–No lo parece, pero mi hermano puede ser muy guardián a veces

John asintió dándole la razón y volvió a intentar guardar un par de zapatillas en el bolso. Sherlock miró la otra cama con una mochila gris encima y frunció los labios.

–¿Dónde está, um...?

–¿Greg? Fue a despedirse

–¿Tiene muchos amigos?

–Todo el equipo

Sherlock miró lo que traía entre manos y lo extendió hacia John.

–Quería darte esto. Son los libros que dejaron los muertos

–Oh

John los tomó y los llevó a su escritorio. Allí también estaban los tres primeros que había agarrado para su trabajo de literatura junto al viejo libro que Prometeo dejó atrás.

–¿Qué crees que debería hacer con ellos?

–No creo que debas dejarlos en la biblioteca. ¿Por qué no te los quedas?

John pasó los dedos por las elegantes portadas de tapa dura mientras recuerdos de los últimos días llenaban su cabeza. Alejó la mano para pasarla por su cabello soltando un suspiro.

–Supongo que podría hacer eso

–John– Puso una mano en su hombro como muestra de apoyo. –Si en algún momento quieres hablar de lo que pasó puedes contar conmigo. Estaré aquí para lo que necesites

Su mano se deslizó por el brazo del rubio hasta tomar su mano y avanzó unos pasos hasta que sus alientos chocaron, los ojos de John se movían por todo su rostro tratando de analizar la situación, adivinando que es lo que quería. La mano del rubio se acercó dudosa al cuerpo ajeno y se apoyó suavemente en su costado, tocando algo abultado. John retrocedió unos pasos y miró lo que Sherlock tenía atado a la cadera.

–¿Esa es...?

–Vine a devolvértela

Desató la chaqueta deportiva de su cuerpo y se la entregó a su dueño. John la miró sorprendido, se había olvidado de ella pero parecía que Sherlock la había conservado con cariño. Sonrió para sí y la empujó contra el pecho del mas alto.

–Quédatela, hará frío en el hospital

–Pero..

–Puedes dármela cuándo nos volvamos a ver

–¿En un año?

–En un año regresaré a la universidad, sí, pero creo que podrías visitarme cuando te den el alta. A no ser que me guardes demasiado rencor por meterte en todo esto

John soltó una risa para aliviar el ambiente. Sherlock lanzó la chaqueta a la cama, agarró a John de los hombros y comenzó a girar torpemente con él.

–¿Sherlock qué...? ¿Qué haces?

–Necesito que recuerdes todos los momentos en que estuvimos juntos desde que nos conocimos

–¿Qué? ¿Por qué?

–No quiero forzarte como estoy seguro lo hicieron las personificaciones ficticias. Quiero estar 100% seguro de que lo quieres

–¿Querer qué? ¿¿Por qué me giras??

–Movimientos repetitivos pueden estimular la memoria si te concentras lo suficiente

–A ver, ya. Ya sueltame

Se liberó del agarre y se alejó unos pasos para recuperar el equilibrio.

–O mejor, Sherlock, ¿por qué no solo me lo preguntas?

–Es lo que hice

–¡Sin darme vueltas!

Soltó una risa irónica y suspiró pesadamente negando con la cabeza.

–Recuerdo cada momento que estuvimos juntos. No es fácil olvidarlos. Eres alguien increíble, tienes la misma mente maravillosa que un detective ficticio del siglo XIX y... admito que te ves muy bien. Llamaste mi atención en el segundo en que abriste la puerta de aquel salón

Suspiró una vez más y esta vez él se acercó a Sherlock.

–No tengo idea de lo que dices, pero si tu pregunta es a quien quiero entonces puedo responder sin necesidad de que agites mi cerebro

Tomó la delgada mano del bailarín y entrelazó sus dedos con los suyos. Un toque áspero contra suaves yemas blancas colgando a un lado de sus cuerpos.

–Te quiero, Sherlock

El rizado tragó saliva, abrió y cerró los labios y bajó la mirada apenado.

–No estoy seguro de como proceder ahora

John rió por lo bajo y aprovechó al cabizbajo chico para unir sus frentes.

–Iremos de a poco

–Gracias

Al terminar de empacar todo, Sherlock acompañó a John hasta la salida del campus. Greg lo estaba esperando allí junto a Victor y el decano. John le alcanzó su mochila a Greg. Mycroft estaba junto a un auto en el que ofreció llevar a los muchachos y después dejaría a su hermano en el hospital.

Greg se tomó la libertad de ir como copiloto del mayor y los otros tres en los asientos de atrás, Sherlock en el medio. Victor no pasó por alto el agarre de manos entre su mejor amigo y el rubio, tampoco el rose de hombros entre Greg y el decano cuando el castaño le hablaba al oído. Se acomodó mirando por la ventanilla preguntándose cuando sería su turno e imaginándose de quien podría enamorarse, hasta que, pasando la reja principal, creyó ver algo a un lado del camino. Echó un vistazo a John antes de regresar la vista hacia afuera y le echó la culpa de aquel espejismo a su cansancio. Después de todo, John nisiquiera tenía hermanos, era imposible que hubiera dos Watson.

וAnti-héroes Literarios•×Where stories live. Discover now