Los archienemigos

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Jim agarró un libro de tapa esmeralda, tomó asiento en su cama y lo abrió en un capítulo señalado. Un hombre de traje informal, con camisa blanca un poco abierta y saco sencillo, se sentó junto a él con una pierna sobre la otra. Compartían rostro al igual que los otros dos.

-¿Qué piensas hacer ahora?- preguntó el hombre viendo el libro.

-Es sabido que Sherlock Holmes no va a ningún lado sin Watson. Así se llama John, un chico de la escuela. Quizá por eso esta con él

-Joven Jim, aún no se a quien el destino ha elegido para enfrentarse a mí- el joven con camisa negra se sentó a su lado y unió nervioso sus manos.

-Bueno, de tu historia a venido.. Hamlet

El joven se puso de pie y colocó una mano en su propio pecho con expresión afligida.

-Pero ese he de ser yo. ¿Cómo es posible?

-No estoy seguro

-Muchacho- el hombre galera se puso de pie frente a él- ¿Dices que ese pecado andante está aquí?

-Estoy seguro de que es él. Era tan deforme como dicen y mas alto de lo que cualquier hombre podría serlo

Jim cerró el libro y puso una mano en su barbilla.

-Sin embargo, parece que John aún no sabe que se materializan al estar juntos

-Ah, sí. Has dicho que somos visibles cuando los tres juntamos nuestras presencias, y si tan solo uno de nosotros se aleja volveremos a ser solo un retrato en tu mente- aclaró el mas joven.

-Así es, príncipe

-Eso podría ser un ventaja- el hombre informal se levantó y dio un aplauso- Si los separamos serán blancos fáciles y podremos atacar sin ser vistos. Es muy sencillo atraer a Holmes al peligro, pero alejarlo de su fiel compañero Watson no será misión fácil

Jim notó que el tercer hombre caminaba nervioso por la habitación. Dejó el libro en la cama y se acercó a él para tocar su hombro.

-¿Inspector Turpin? ¿Esta usted bien?

-No puedo dejar que ese...ese monstruo ande solo por estos lados. Es alguien..no, algo peligroso que no dudará en matar a cualquiera que sea mínimamente violento hacia él. Cualquier accidente podría provocar su ira. Tengo que detenerlo

El inspector se acercó al otro personaje y lo miró con ojos suplicantes.

-Profesor Moriarty, ¿qué sugiere hacer para detenerlos?

-Lo que el muchacho decida, somos parte de su imaginación, después de todo

Los tres miraron a Jim. El chico apretó los diente y bajó las comisuras de sus labios, imitando la famosa mascara teatral del drama, nisiquiera sabía si quería enfrentar a uno de sus pocos amigos de la universidad.

🔬🔬🔬

Los tres personajes siguieron a John hasta el segundo piso de la biblioteca. Por suerte todos estaban acostumbrados a escenarios oscuros y tenebrosos, porque el segundo piso se asemejaba a un lugar abandonado; la luz escasa de las luces junto a la mayoría de estantes vacíos formaban un ambiente escalofriante. Una ráfaga helada ingresó por el tragaluz e hizo temblar a John, lo personajes no parecían afectados por el clima frío.
El chico exhaló por la boca y pudo ver su aliento flotar unos segundos en el aire, se abrazó a sí mismo y miró el lugar.

-Aquí podrán mantenerse ocultos. Tres reglas: no bajen, no hablen con otros chicos o profesores y no lean sus libros. Todos están en la mitad de sus historias y no sabemos que puede pasar si conocen sus destinos

Holmes dio un paso al frente y habló como si la respuesta fuera obvia pero John había olvidado mencionarla.

-¿Por qué debemos ocultarnos si dice que nadie puede vernos?

-Porque Greg y Jim pudieron, no sé porque pero si no son producto de mi imaginación entonces no sé lo que son y no quiero arriesgarme a dejarlos sueltos por el colegio

-¿Cuál es su tarea luego de abandonar la biblioteca?

-Ir al entrenamiento de fútbol

Hamlet formó una sonrisa y juntó sus manos

-Llévame contigo. Quiero ver la maravilla de ese juego y participar en el

-Dije que no pueden dejar este piso. Volveré pronto, lo prometo. Veamos..- John los miró uno por uno,- ninguno está a cargo. Cuidense entre sí y sigan las reglas

Bajó las escalera y desde el balcón del segundo piso lo vieron dejar la biblioteca. Los tres se miraron entre sí y decidieron explorar el lugar, siempre aferrados a sus libros.

John se apresuró al campo de juego, llegó agitado, pero no corrió lo suficiente para entrar en calor. Greg lo interceptó con expresión angustiada.

-Por fin llegas, poco más e iba a recurrir a anécdotas vergonzosas

-¿Qué?

-No preguntes. ¡Oigan, John ya esta aquí!-Greg le dio un par de guantes y una firme palmada en la espalda -Veamos si sigues en forma

John se paró en medio de la portería con los guantes bien ajustados y abrió las piernas para estar en posición. Los balones llegaban uno tras otro, la fuerza y velocidad variaban pero siempre era suficiente para hacerle arder las manos al atraparlos.

-¡Desvíalos,Watson! ¡No gastes tus manos!- la voz del entrenador cruzó el campo.

John giró para verlo y en consecuencia recibió un balón en el rostro. Todo el grupo se acercó cuando cayó al suelo, el entrenador se abrió paso y lo miró desde arriba.

-No te desconcentres, es lo peor que puedes hacer además de dejar pasar el balón

-Lo siento

Greg lo ayudó a ponerse de pie y el equipo volvió a dispersarse por el campo, a excepción de un chico pelirrojo que le pasó una botella de agua. Ese era Victor, compañero del equipo y amigo de ambos, un chico amable al que le gustan los libros de aventuras. Greg le golpeó el pecho para que recupere el aire mientras veían como el entrenador daba indicaciones a los demás.

-¿Es mi imaginación o cada año está mas estricto?- habló John para luego beber.

-Estamos invictos hace dos años, solo quiere mantener el ritmo- habló el pelirrojo.

Greg rió y le pasó el balón a John que recogió del suelo.

-Victor tiene razón, es la emoción- Greg entonces se acercó a John para hablar a su oído, -¿Qué hay de tus amigos? ¿Los dejaste en la biblioteca?

-Si, estarán allí hasta después del entrenamiento o indefinidamente

-Será mejor que tenerlos en la habitación. Husmeando entre nuestras cosas y hablando raro, son muy ruidosos además

-Creo que los tres tienen su orgullo en alto

-¡Watson, regresa a la portería! ¡Lestrade, defensiva! ¡Trevor, te quiero en medio campo!- el entrenador hizo sonar un silbato e hizo señas con las manos.

Los chicos suspiraron y regresaron a sus posiciones. Desde una ventana en lo alto del edificio este, una cara asombrada se aplastaba contra el cristal, intentando ver al equipo y añorando estar allí.

-Nadie puede decirle que hacer al príncipe de Dinamarca

וAnti-héroes Literarios•×Where stories live. Discover now