taking care of you from a better place

25. La princesa Winters

—¿Ya estás lista?— Preguntó Mer, al otro lado de la línea

Les doy un contexto; Mer, Derek, Cristina y Alex han estado como hace media hora en el patio trasero esperando a que yo terminara de arreglarme.

Mientras terminaba, mi cabeza aún se preguntaba cómo demonios iba a salir de esta casa sin ser descubierta.

—¡Callie, apresúrate!— Mer volvió a gritarme

—¡Ya voy!— Chillé

Dejé mi maquillaje guardado y luego me miré en el espejo para acomodar mi ropa. Una vez lista, tomé mi bolso y abrí la ventana de mi habitación .

—¿Y ahora qué?— Di un grito ahogado para que mis padres no me escucharan

—¡Tírate!— Gritó Cristina

—¿¡Qué, están locos?!— Volví a gritar —¡Son como tres metros!—

—Ay Calliope, no seas exagerada, son como dos— Gruñó Mer y los demás comenzaron a reír —¡Tírate!—

Los demás empezaron a hacerme barra par-convencerme. Por mi lado, volví a mirar hacia abajo, y para ser sincera las alturas nunca me han dado miedo pero ahora sentí un apretón en mi abdomen que me daban ganas de expulsar toda la cena.

—Calliope, si no te tiras juro que te dejo aquí— Demandó la desgraciada de Mer

Cerré mis ojos con fuerza y repetí en mi mente:

¡Lánzate, lánzate, lánzate, lánzate!

Solté mi bolso y lo tiré por la ventana para que alguien lo agarrara. Una vez que Mer lo agarró me subí por la ventana. Miré hacia abajo y di un último suspiro.

—Mierda, lo va a hacer— Habló Cristina

—Agárrenla—

Conté hasta tres y me lancé. La caída duró unos segundos, segundo en los que vi mi cara en el suelo, pero no.

—Te tenemos— Alex sonrió victorioso

—Claudia, ¿Escuchaste eso?— La luz del patio trasero se encendió.

Los chicos y yo nos miramos asustados.

—¡Mierda, corran!—

Y así es como todos logramos escapar de mi propia casa.

—Joder— Mer colocó una mano en sus rodillas y la otra en su pecho —Nunca más me hagan correr—

Después de aquella escenita, fuimos a buscar a Arizona. Ella se aseguró de convencer a sus padres de no decir nada respecto a mi escape. Al principio no estaban muy de acuerdo, pero luego aceptaron.

—¡Hola!— Saludamos a Ari cuando salió de su casa

—¡Hola chicos!, ¿Que tal el escape?— Me miró con una sonrisa en su rostro

—Un poco doloroso, pero todo bien— Sonreí

—Bueno vamos que aún falta una—

Saqué mi celular y me fui al chat de Angelina, específicamente donde mandaba su ubicación. Gracias al cielo que vivía cerca o estos vagos ni locos irían a buscarla.

Mientras caminamos hasta la dirección, los chicos y yo hablábamos sobre cosas de la escuela o más bien de lo horrendo que son los profesores. Obviamente, tampoco perdíamos el tiempo de molestar a Mer y al perro de su novio. Alex hacía bromas tan pesadas y divertidas, que llegaba a doler el estómago con tanta risa.