44. Cuarto día

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—No debí haber aceptado el trato— Nancy tocó su abdomen con sus manos —Ando con un terrible dolor de panza—

—Yo te dije que debías dejarlos para mañana— Su hermana sale al ataque

—Tu cállate, también comiste— Nancy rodó los ojos y luego se fue corriendo

En eso, siento unas manos entrelazarse con las mías por mi espalda. Me volteó y veo a Arizona estirar sus labios.

—Buenos días— Sonreí y me incliné para besarla —¿Como dormiste?—

—Excelente, jamás había dormido tan bien— La rubia embocó una sonrisa y me abrazó

—¡Chicos, vengan!— La instructora nos dio un grito y todos se reunieron al rededor —¡Síganos!—

Arizona agarró mi mano y comenzamos a caminar detrás de los demás.

Llegamos a un lado del bosque donde había un río, de este salían ranas y de repente saltaban peces.

—La actividad de hoy será la pesca. A cada uno se le dará una caña y ustedes deberán sacar un par de peces. El primero en pescar ganará el dichoso premio de la noche libre. ¿Listos?—

Todos asentimos y entonces la mujer tocó el silbato. Acomodamos nuestras cañas y las lanzamos al río. 

Esto será pan comido.

Miré a mi lado y vi a Arizona muy confundida. Ella miraba mis manos y como estaban posicionadas, después hacía lo mismo pero con su caña. Reí tiernamente ante su acto.

—Ari, ven—

Arizona me miró y luego caminó hacia mi. Me moví hacia un lado y la hice sostener la caña.

—Debes poner tus dedos así y esta cuerda la debes pasar por acá— Ella hizo lo que le indiqué y todo resultó —¡Eso, bien!—

Arizona sonrió y dejó su visión puesta en el río.

Los minutos pasaron y pasaron pero no pudimos pescar nada. En cambio, otro chico había logrado sacar tres. Siempre existe alguien más profesional que tú.

La hora de almorzar había llegado, por lo tanto todos fuimos a la cafetería. La comida estaba deliciosa, había carne al jugo con puré de papas y ensalada de apio.

Después de comer nos fuimos a asear.

La instructora dijo que nos reuniríamos en la gran fogata, pues haríamos una pequeña reunión.

Una vez que estaban todos ahí, la mujer nos hizo sentarnos en los troncos.

Hablábamos sobre un montón de cosas, resulta que había mucha gente interesante y muy amigable. Uno suele pensar que el mundo y las personas que lo habitan son espantosas, pero luego de que te abres mentalmente, te das cuenta que es todo lo contrario.

Había un chico que quería estudiar medicina, dijo que tenía dos trabajos para poder pagar sus estudios, porque sus padres no lo iban a hacer. Y la simple razón era su orientación sexual.

Esa historia me recordó un poco a mis padres, que por cierto no me han llamado desde que llegué al campamento. Aparentemente fue un alivio para ellos que yo me fuera.

Mark me llamaba después de la cena, el me contaba sobre las cosas que pasaban en la casa y en su universidad.

Después de ese relajante momento, la hora de dormir ya había llegado. Arizona y yo fuimos a cambiarnos y a lavarnos los dientes. Luego de eso, nos recostamos un rato sobre la cama. Ella me abrazaba y yo le daba cortos besitos en la frente.

taking care of you from a better placeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora