47. No time to die.

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Ocho de la mañana, Arizona y yo estábamos terminando de arreglarnos para ir al colegio.

Mark se ofreció a llevarnos, por lo tanto, debíamos apresurarnos.

Una vez listas, bajamos, tomamos el desayuno que nos dejó Claudia, nos despedimos y subimos al auto de Mark.

—Buenos días, feas ¿Cómo durmieron?—

Rodeé los ojos y cerré la puerta del vehículo.

—Yo dormí bien, la cama de Callie es muy cómoda— Contestó la rubia.

—Me imagino...— Mark hizo un globo con su chicle y me miró juguetón por el retrovisor.

—Hey, no— Le devolví la mirada y lo apunté.

Mark soltó una carcajada y prendió el motor.

Una media hora más tarde nos encontrábamos entrando al colegio. El tráfico estaba terrible.

Arizona saludó a la portera y yo hice lo mismo. Dimos un paso dentro del establecimiento y comenzamos a caminar a nuestras salas.

En el camino me sentí cómo... Observada, creo que esa es la palabra. Oía murmuros, y cada vez que avanzaba se escuchaban con más intensidad.

—Arizona...— Me volteé a verla con insegurida.

—Lo sé, tranquila— Ella me dió una sonrisa y me dió un apretón en mi mano más cercana a la suya.

Avanzamos un poco más, y antes de poder llegar, un grupo de chicos se paró frente a nosotras. Miré a cada uno y me dí cuenta que eran los amigos de Addison.

—Buenos días, lesbianitas— El novio de la pelirroja se cruzó frente a nosotras con mucha seguridad. —Espero hayan descansado, hayan dormido bien, y obvio, hayan follado bien—

Volteé a ver sutilmente a Arizona, su mirada estaba fija en el rubio. Ella de mantenía sería, sin expresión alguna. No entiendo cómo es tan fuerte. 

—Digo, veo que llegaron juntas, eso me da una señal de que anoche estuvo bueno— El rubio rió y los demás le siguieron el juego.

—No todo es sexual, por si no sabías, no somos conejos cómo tú— Me volteé nuevamente hacía Arizona, por fin había hablado.

—Tú cállate, nadie te está hablando— El novio de Addison dió un paso había Arizona y yo me puse en medio. —Vaya, el varón de la relación ya salió a defender a la princesa. Ya te estabas tardando— Las risas de los espectadores se escuchaban por todo el pasillo.

Quería llorar, me sentía indefensa y muy pero muy humillada.

—¿Cuál es tú problema?, ¿Por qué estás tan pendiente a la vida de los demás?, ¿No tienes nada más que hacer?— Arizona me hizo a un lado y dió un paso hacia él.

—Eso no te interesa, yo hago lo que quiero y cuando quiero. Si no te gusta, puedes tomar a tu lesbianita e irte lejos. Créeme que si se van, a nadie le va a importar—

Arizona, chasqueó con su lengua y soltó una risa.

—No sé que tipo de traumas tengas o que tipo de violencia vivas en tu casa cómo para que tengas que descargarte con gente que ni siquiera está al tanto de tí, ¿Pero sabes algo? Existe el psicólogo, por si no sabías, puedes ir al fondo a la derecha y decirle a la psicóloga que estás traumado y que descargas tu ira con gente indefensa. Házlo, te va a servir. Y házlo por nosotros, porque nos das más pena que miedo—

Estaba impactada, jamás había visto esta parte de Arizona, jamás creí que pudiera defenderse de esa manera. Estoy en shock.

—Maldita hija de puta, no sabes lo que estás diciendo. ¡No sabes nada! Así que cierra tú puta boca o te juro que te la cierro a puñetazos. Y me importa una mierda el hecho de que seas mujer— El rubio se acercó más a Arizona. Sus rostros estaban a centímetros del otro.

taking care of you from a better placeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora