Una canción de esperanza para un país dominado de manera injusta. La voz de una chica coreana se alza en Mahoutokoro por el orgullo de su país cuando aún era una colonia del imperio japonés, pero ¿puede la esperanza deshacerse de toda la tristeza qu...
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Empezaba a anochecer y el jardín ornamental se llenó con todos los alumnos que caminaban hacia el castillo para el banquete de bienvenida. Jangmi caminaba cabizbaja, pensando en su reciente descubrimiento en el Onsen, atormentada por sus pensamientos.
Todos caminaban en grupo con los zapatos de interior sujetos en una mano. Cada quien se llevaba los suyos al final del curso y los volvía a traer con el nuevo año escolar para dejarlos en las gavetas del vestíbulo. Era algo tan natural que parecía una tradición escolar.
Había un grupo de niños pequeños que ya esperaban dentro del castillo en una fila medianamente ordenada. Los niños de la primaria los acompañaban al banquete de bienvenida y regresaban después a sus hogares, preparándose para el día en que tuvieran que quedarse a dormir en esa isla. En una jornada ordinaria se quedaban solo hasta después del almuerzo, pero el primer y último día siempre eran la excepción.
Sachiko notó su estado de ánimo y en el último tramo, desde el momento en que se encontraron frente al palacio, le dio la mano para animarla. Le respondió con una sonrisa triste y siguieron el camino en silencio, precedidos por la profesora Hamasaki, hasta llegar a la puerta. Absolutamente todos se cambiaron de calzado y dejaron los zapatos de exterior en las gavetas para después entrar al comedor. Permanecieron en pie alrededor de la mesa correspondiente al cuarto grado, cada vez más cerca de la mesa de los profesores.
Todos miraban hacia la mesa larga del fondo, que iban ocupando los profesores en sus lugares usuales, y que dejaba un puesto libre en el centro.
Tras unos minutos, de una puerta lateral apareció la figura de un anciano de largos bigotes blancos que vestía un elegante kimono de color dorado con un obi negro. Todos los presentes hicieron una reverencia cuando el director Katayama llegó hasta su asiento. El hombre hizo un gesto con las manos y todos se sentaron frente a sus mesas en postura seiza, pero manteniendo la vista en el centro de la mesa de profesores.
—Buenas tardes, alumnos. Me gustaría darles la bienvenida a un nuevo año escolar en esta institución. Antes de empezar con el banquete, debo hacerles algunos anuncios.
<<Tanto para los alumnos de primaria como para los jóvenes de primer y segundo año, el área de la playa está completamente prohibida. Solo alumnos de tercer año en adelante pueden visitarla en compañía de su tutor.
<<Los peces del estanque de práctica de Quidditch no deben ser alimentados por los alumnos, a menos que deseen perder un brazo.
Todos se quedaron serios, riendo internamente por la mentirilla del director para evitar que los alumnos más jóvenes engordaran a los peces koi. Las caras de los alumnos de primer año no tenían precio, seguro pensando en que deberían tener su clase de vuelo semanal en un estanque de peces koi come niños.
—Las pruebas para los extracurriculares de Quidditch, Música, Teatro y Danza se harán el día sábado. En sus cartas de confirmación debieron incluir su intención de entrar en uno de estos clubes. En caso de que no lo hicieran, pueden acercarse al docente encargado para solicitar un cupo en la evaluación.
