하나. División

11 2 7
                                    

Querida Jangmi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Querida Jangmi.

Puede que la noticia te llegue más rápido que a nosotros mismos. Ni siquiera sé cuándo te llegará esta carta, ni si podrás responderla o siquiera leerla. No te voy a mentir, todo se pondrá difícil.

Hubo un enfrentamiento cerca de la frontera, y no sabemos a dónde nos llevará esto, pero debes quedarte donde estás.

No vengas a Corea. No sabemos si es seguro, así que yo estaré más tranquila si sigues en Japón hasta que todo termine y podamos vernos nuevamente. Yo te buscaré.

Estarás bien, y nosotros trataremos de buscar la manera de estarlo.

Nos veremos pronto, mi flor.

Con amor,

Tu madre.

Las palabras se repetían en su cabeza una y otra vez. Mientras dormía, cuando comía, las veía en todos los libros, y siempre veía las manchas de tinta corrida por unas pequeñas gotas que ya se imaginaba de dónde venían.

Con la llegada del verano, los pocos estudiantes coreanos que continuaron estudiando en Mahoutokoro se quedaron en la escuela por petición de sus propias familias con la esperanza de poder salvarlos del ataque del norte, que, para ese mes, ya había reducido el territorio del sur a un pequeño perímetro en Busan.

Taro les había dejado la radio de nuevo para que pudieran estar al pendiente de cualquier novedad, y ellos se pasaban toda la noche escuchando los informativos, que simplemente reportaban el avance de las tropas y la muerte de civiles.

—¿Crees que... tus padres estarán bien? —preguntó Jangmi.

—Eso espero. Puede que se hayan ocultado en Busan.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Es mi país atacando al tuyo.

—Ambos somos de Joseon, Nuná. Además... tú también estás sufriendo esto.

—Pero mi familia está en el norte. Ellos estarán bien hasta que... —se interrumpió sin poder terminar la frase.

—Hasta que el sur pueda atacar.

—Esto es una mierda —dijo conteniendo las lágrimas.

—Si...

Una punzada en la espalda le sacó un quejido e hizo que llevara una mano hasta allí, tratando de aliviar ese dolor repentino que llegaba desde dentro.

—¿Quieres un té, Nuná?

Respondió asintiendo con gesto de dolor, sobando con insistencia esa zona hasta que el dolor la abandonó por un momento. Decidió enfocarse de nuevo en las pociones avanzadas que debía aprender, los ingredientes y dónde conseguir cada uno.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora