열넷. Calma

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El país entero pasó la noche en vela ante la amenaza de réplicas del terremoto o un tsunami para la zona costera de Sendai que había sido avisado en la madrugada mediante la radio, que Jangmi mantuvo encendida en todo momento en la MHK para enterarse de aquello que los mahonai no sabrían.

Un grupo de aurores se encontraban en medio del mar tratando de apaciguar a un dios enojado que se había convertido en un demonio. No era muy habitual que aquello ocurriera, sin embargo, Jangmi sabía desde la escuela que algunos tifones, terremotos, tsunamis e inundaciones eran ocasionados por una deidad o criatura poderosa que se había enojado por una grave ofensa.

Algunas réplicas se dieron en repetidas ocasiones en la noche. Aquello sólo servía para aumentar el miedo de Jangmi, quien imaginaba de manera involuntaria el peor escenario. Si las réplicas continuaban, no habían tenido éxito todavía.

Le resultaba particularmente preocupante pensar en aquellos aurores extranjeros que no tenían una preparación para eso o siquiera una idea de lo que era un tatarigami, ni cómo debían calmarlo, ni el peligro que corrían. Solo iban a cumplir su trabajo.

Un mensaje grabado por la emisora se repetía cada media hora con la voz de la señora Saito en la radio para recordar a la población que los tatarigami podrían generar diversos desastres naturales, pero no todos los desastres naturales eran a causa de uno de ellos. A diferencia de los terremotos normales ocasionados por las placas tectónicas, los sobrenaturales eran impredecibles e indetectables por los sismógrafos que tanto magos como mahonai utilizaban, así que el desastre era mayor.

Yeonjin había intentado hacer un té para que se calmaran todas juntas en la sala, pero la tetera se había caído al suelo, al igual que la leña con la que cocinaban, cuando una fuerte réplica sacudió la ciudad. Lograron apagar el pequeño fuego antes de que se propagara, y terminaron por quedarse sentadas frente a la radio, con la caja que tenían preparada para emergencias como aquella lista bajo la mesa.

Mientras los mahonai solían tener linternas, comida y material sanitario, los magos se guardaban algunos documentos, cantinas para guardar el agua potable que generaban con las varitas, un poco de comida no perecedera que podían multiplicar y pociones con las que sanar cualquier malestar que las varitas no pudieran.

Una última réplica se dio entrada la madrugada. Las otras chicas decidieron dormir un poco cuando se anunció por la radio que la deidad había sido apaciguada, pero Jangmi permaneció atenta a cualquier noticia.

De manera esporádica hasta la mañana llegaban informes de lo ocurrido. Un barco ballenero había desechado un montón de basura en altamar, cerca a un volcán submarino que era el refugio de un dragón dormido. La cantidad de desechos y cadáveres de ballenas sobre él alteraron su paz, y el desastre resultó inevitable.

Un segundo informe dio a conocer que varios aurores extranjeros habían fallecido al tratar de frenar el avance de la tragedia, pero sus nombres no fueron revelados.

—Pareces su esposa, Unnie. —señaló Yuhye, quien trató de masajearle la espalda para que se relajara, pero ella la apartó.

—Parece más su madre. —dijo Baenhab, con cierto fastidio en la voz—. Te preocupas demasiado, está haciendo su trabajo.

Yeonjin encendió la radio de nuevo para el informativo de la mañana. Jangmi empezó a morderse las uñas a la espera de cualquier novedad, con un nudo en el estómago y el corazón encogido al pensar en el peor escenario posible.

—El último informe sobre el enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad nacionales y el apoyo estadounidense ha revelado el fallecimiento de cuatro yoakes y cinco aurores extranjeros en el operativo.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora