七 Apuesta arriezgada

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—Hazlo más agudo —ordenó Uchiyama con poca paciencia

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—Hazlo más agudo —ordenó Uchiyama con poca paciencia.

Así lo intentó. Inició la escala en una nota más aguda, pero no llegó a completar la segunda octava. Su voz se hacía más baja y ahogada a medida que intentaba cantar más alto, y Uchiyama golpeaba la mesa con frustración y enojo.

—¿Cómo es que te dejaron entrar si no puedes cantar esa escala tan sencilla? —se quejó.

Llevaban un mes ensayando, y todavía no lo conseguía. Su voz sencillamente era incapaz de llegar tan arriba. La campana del palacio retumbó por toda la isla, indicando la hora de la cena.

Uchiyama se retiró a una mesa que había cerca a la ventana y agarró un conjunto de papeles que le acercó a Jangmi con brusquedad.

—Debes aprenderte eso para el festival de otoño. Espero que tengas una idea la próxima vez que nos veamos.

Jangmi observó las hojas que le estaba dando. Todas con varios conjuntos de cinco líneas en los que aparecían unas figuras extrañas.

—Sempai... —preguntó con voz tímida— ¿Qué es esto?

—La canción que vas a cantar. Narita ya le dio su parte a Katayama. Apréndete eso y ya.

—¿Aquí hay una canción?

—¿Me estás hablando en serio? —La chica la miró con incredulidad.

Asintió con un poco de pena y el cabello tiñéndose de rojo. Jamás había visto eso en su vida ¿Acaso así se escribía la música? ¿Cómo demonios se leía? ¿Era así en todo el mundo o solo en ese país? En Corea jamás había visto nada así.

—Lo que me faltaba ¿Puedes ser aún más inútil de lo que ya pensaba? ¿Cómo carajos es que cantas siquiera si no sabes lo que es una jodida partitura?

Uchiyama salió tras azotar la puerta con rabia. Jangmi se quedó sola, observando con interés y sin entender nada aquello que ahora sabía que se llamaba "partitura". Era muy curioso. Tras un buen rato con la vista fija en esas líneas negras, salió al pasillo, donde encontró al profesor Asahi, quien salía de una sala de ensayo cercana.

—Señorita Sen ¿Pasa algo?

—Me da... vergüenza decirlo, profesor. Es que...

—No sabes leerlas —concluyó señalando las hojas que llevaba en las manos.

—Jamás había visto una... —dijo con la cara roja.

—No te preocupes, no eres la única a la que le pasa.

—¿Entonces no es problema?

—Es mínimo, y tiene solución.

—¿Cuál?

—Que aprendas a leerlas —concluyó restándole importancia.

—N-no creo que Uchiyama sempai quiera enseñarme.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora