XIV. Doble suicidio

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La última campana sonó cuando todos ya estaban disfrutando de la frescura de la noche en la sala, con la puerta del jardín interior abierta de par en par para dejar entrar la brisa de primavera y unos cuantos pétalos de cerezo que deberían limpiar...

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La última campana sonó cuando todos ya estaban disfrutando de la frescura de la noche en la sala, con la puerta del jardín interior abierta de par en par para dejar entrar la brisa de primavera y unos cuantos pétalos de cerezo que deberían limpiar antes de dormir.

La radio estaba encendida en una emisora mahonai de acuerdo con el horario que se había establecido. La música les era igual a todos, siendo solo un ruido blanco para muchos, llenando el ambiente mientras hacían otras cosas.

Nana y Jangmi escuchaban con atención a la cantante, evaluando su técnica como práctica para enseñarle a los nuevos miembros o para sí mismas.

—¿En Corea también usaban esos cambios de nota? —preguntó Ryuko con curiosidad. Nana hizo mala cara, tratando de fijarse en cada detalle de la voz.

—En la música tradicional, sí.

—¿Hay cantantes actuales? Digo, como Hamako Watanabe o Masao Fujiwara.

—Yo solo conozco a Yun Sim Deok. No es tan actual, pero a mi abuela le gusta mucho.

—¿Ya no canta?

—No... Ella ... se suicidó... con su amante.

Ryuko abrió mucho los ojos y todos se quedaron en silencio, atentos a lo que ocurriría.

—¿Por qué? —preguntó Ryuko.

—Es una historia triste.

—Me gustaría escucharla —intervino Sachiko, y todos se acercaron.

—No sé si pueda narrar tan bien como Nana... Pero todo empezó cuando ellos se conocieron en Tokio. Ella estudiaba canto lírico con una beca, siendo la primera cantante profesional de Corea. Kim Woo Jin, el amante, estudiaba literatura soñando ser escritor, aunque ya había estudiado otra carrera, y eso no le gustaba para nada a su padre. Él quería que regresara a Corea para hacerse cargo de la compañía familiar.

—Así que él era rico y ella pobre —concluyó Taro.

—Ambos estaban cansados de todo. A Yun la rechazaban en las radiodifusoras por cantar música occidental, y estaba a cargo de sus dos hermanos y sus padres. Obtuvo un trabajo en Osaka para grabar un disco, y además de 600 yenes, les pagarían los estudios a sus hermanos.

—Eso es algo bueno ¿no?

—La gente interpretó eso de mala manera... Pensaban que se había acostado con el benefactor, así que ya no la dejaban cantar en ningún lugar. Luego le ofrecieron un trabajo en la embajada japonesa para... mantenerla controlada.

—¿En qué sentido? —cuestionó Ryuko.

—El disco que iba a grabar estaba en coreano, y ella cantaba en coreano. Si no aceptaba el trabajo del gobierno, su familia tendría problemas —hizo una pausa para leer las caras de sus compañeros japoneses para ver cuánto tenía que medir sus palabras para que no se armara una guerra, pero no vio ninguna expresión de molestia, excepto en Nana, que seguía pegada a la radio— En cuanto a Kim, él había regresado a su ciudad y a su matrimonio arreglado. —Algunos abrieron la boca con sorpresa por esa revelación—. Lo tenía todo, pero no era feliz. Quería escribir, alejarse de la mujer que no amaba y estar con Yun, pero la realidad los arrastraba a ambos. Se encontraron en Osaka cuando ella grabó su canción más famosa: Himno a la muerte. La melodía la tocó su hermana menor, quien regresó a Corea días después. Yun y Kim se lanzaron al mar cuando viajaban hacia Busan.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora