III. Viento de otoño

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La noche antes del festival ya estaba todo listo

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La noche antes del festival ya estaba todo listo. Durante el día se habían dedicado a montar el puesto y decorarlo entre todos, preparando el lugar en el cual terminarían el sushi el día siguiente. Todos los años el señor Matsubara, celador de la escuela, un hombre de mediana edad y carácter serio, se encargaba de vigilar los puestos durante la noche para evitar los vandalismos que se hacían comunes con tal de ganar ventaja. Los árboles, pese a haber perdido sus flores coloridas, estaban decorados con tiras mágicas de luz y lámparas chochín flotantes por todo el camino de subida al palacio, frente al cual se alzaban los diversos puestos de comida y se alzarían los de los vendedores que irían al festival.

Jangmi se revolvía en el futón sin sueño en un duerme vela, con una sensación de miedo en el estómago y frustración por no poder dormir. Agarró la varita que descansaba a un lado de su lecho y susurró un lumos para observar el reloj. Eran las dos de la mañana.

Intentó encontrar una posición cómoda para tratar de dormir lo que pudiera, pues debía levantarse temprano para ir ayudar con el puesto un rato antes de correr a cambiarse junto a Nana y Ryuko para sus presentaciones.

No consiguió su objetivo y soltó un sonido de frustración. Se preguntó si sus compañeras estaban igual de nerviosas que ella hasta que, de repente, escuchó una puerta correrse y vio la difusa silueta de una chica caminando por el pasillo en silencio a través de la puerta corredera, proyectada por la luz de la luna en el papel de la puerta shoji.

Se levantó con curiosidad de saber quién se levantaría tan temprano. Corrió la puerta en silencio para no levantar a las demás y caminó de la misma forma que la otra chica en vela. Las luces de la sala se encendieron y se escuchó el disimulado sonido de la tetera al posarse sobre la estufa.

Jangmi llegó hasta la puerta de la sala, y no pudo evitar abrir la boca con sorpresa al ver a Ryuko calentando un té, con el cabello revuelto y cara de sueño. La chica se giró a verla, encontrándose con su cara de sorpresa.

—¿Por qué tienes esa cara? —preguntó con cara de fastidio tras bostezar— ¿Quieres té de manzanilla?

Asintió levemente y Ryuko sacó otra taza a la vez que le indicaba que se sentara en una de las mesas. Lo hizo con un gesto de asombro todavía en la cara, evitando ver a su compañera demasiado fijó la vista, sin querer y por culpa del sueño, en una cajita de madera que descansaba sobre la mesa.

—¿Quieres uno? —preguntó la chica, sentándose frente a ella con las dos tazas y la tetera.

—¿Qué es?

—Mochi de ciruela ¿No lo hacen en Corea? —preguntó antes de morder uno.

—Se parecen al tteok —Lo observó con detenimiento. Era una masa pegajosa y maleable rellena de dulce.

Ambas se quedaron en silencio, oyendo sólo los ronquidos de algunos de los chicos, el ruido de las olas a lo lejos y la brisa agitando los árboles sin hojas.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora