V. Color de la muerte

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Una nube blanca rodeó el castillo la mañana del lunes. Los yoakes empezaron a llegar con la primera campanada del día, asegurando el terreno de la isla y vigilando a los estudiantes en su camino al palacio para desayunar.

Todo el ambiente era frío y siniestro. Al subir hacia el edificio, la visión de todos quedó reducida a unos cuantos metros por culpa de la nube que se había frenado de manera misteriosa pese al viento frío que golpeaba la montaña.

Los habían obligado a usar el uniforme de la mejor manera ese día, por lo que los chicos llevaban el kimono bien cerrado y las chicas bien colocado en la espalda. Los profesores iban vestidos con uno de color negro con el Obi de color del curso al cual representaban como en todos los eventos formales de la escuela.

El tono del día sumó a Jangmi un poco a la tristeza que había empezado a superar desde entonces. Había pasado los dos días anteriores sin ganas de hacer nada, agradeciendo que fuera el fin de semana, pero la llegada del lunes le hizo proponerse ser mínimamente productiva en la escuela, lo cual vio como un avance a esa semana depresiva que había tenido, pero el día había empezado con poca luz de sol y un aire triste, así que sus esfuerzos cayeron al suelo.

Después del desayuno y de la segunda campana del día, todos subieron sin ganas las escaleras para ir a sus respectivas clases, que se pasaron tortuosamente lento debido a la oscura curiosidad que todos sentían.

La mayoría de alumnos se preguntaban quién sería juzgado esa mañana, y por qué crímenes. Los más chicos y provenientes de familias mahonai preguntaban a algunos chicos mayores que se encontraban en el pasillo desde el momento en que se anunció el tribunal, al ser un suceso poco frecuente, de qué se trataba todo aquello, si era muy grave o si cancelarían las clases por el resto del día.

Antes de terminar la clase de pociones, la profesora Hamasaki les pidió que bajaran en completo silencio detrás de ella y que se sentaran ordenadamente en donde se les indicara al llegar al comedor. Obedecieron para no meterse en problemas, ni a ellos mismos ni a su tutora, y llegaron al comedor detrás de los alumnos de tercer año.

La estancia había cambiado por completo. De un lugar medianamente acogedor, con sus diferentes mesas esparcidas y las puertas del balcón abiertas para dar vista al mar, el comedor pasó a ser un tribunal cerrado, con banquitos similares a los del teatro a modo de gradas a los lados, y un atril en el fondo frente a las puertas del balcón cerradas.

Se sentaron en el lugar indicado, con Minho junto a la profesora al ser el representante del curso, de la misma manera que los demás estudiantes.

Se pusieron en pie en el momento en que el Ministro mismo entró junto al director Katayama, y Jangmi sintió un leve escalofrío al verlo de nuevo y recordar esas palabras que tanto la hirieron.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora