CAPITULO XXXVIII

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Jungkook estaba de pie en el centro de la iglesia, sosteniendo con ambas manos la vieja Biblia de su padre. Su voz resonaba en el amplio recinto, llena de duda, mientras sus ojos recorrían las palabras sagradas con creciente desconcierto.

— "El Señor es mi pastor, nada me faltará..."

Sus labios temblaron al leer la frase. Su pecho se oprimió con una sensación sofocante, como si algo invisible apretara su corazón.

Nada me faltará.

Pero él sentía que le faltaba todo.

Sus manos se aferraron con más fuerza a las páginas amarillentas, como si al sostenerlas pudiera encontrar la certeza que tanto anhelaba. Pero, mientras más leía, mientras más intentaba convencerse de que todo aquello era verdad, más vacías se volvían las palabras.

Un escalofrío recorrió su espalda.

Las primeras risas llegaron como un eco lejano, susurrantes, burlonas.

Jungkook frunció el ceño y apartó la mirada de las escrituras. Miró a los fieles sentados en los bancos, esperando encontrar la fuente del sonido, pero todos tenían el rostro serio, atento. Nadie se reía.

Y sin embargo, las risas aumentaron.

Los susurros crecieron como una marea oscura, llenando la iglesia con un sonido ahogado, distorsionado.

Jungkook intentó continuar.

— "En lugares de delicados pastos me hará descansar..."

Su voz se quebró.

Las palabras se enredaron en su lengua, volviéndose incomprensibles.

Las sombras en los rincones de la iglesia parecieron alargarse. Las figuras en los vitrales se deformaron, sus expresiones volviéndose retorcidas, macabras.

Jungkook sintió su respiración acelerarse. Las risas se transformaron en carcajadas.

— "Me guiará por sendas de justicia... por amor de su nombre..." —Su voz temblaba.

Los susurros se convirtieron en gritos.
Algo dentro de su mente se rompió. La Biblia resbaló de sus manos y cayó al suelo con un golpe seco.

Jungkook se cubrió los oídos.

— ¡Basta!

Pero las voces no se detuvieron.
Las paredes se manchaban de sangre, las personas habían desaparecido siendo solo él en aquellas cuatro paredes que parecían encogerse cada segundo más.

Era horrible. ¿Qué estaba sucediendo?, necesitaba salir de ahí pero su única salida fue llamarlo a él.

Taehyung...

Taehyung...

— ¡Taehyung! —alzó la voz sentándose de golpe sobre aquel colchón.

Jungkook jadeó, su pecho subiendo y bajando de manera errática mientras su mirada recorría la habitación con desesperación. La tenue luz de las velas parpadeaba en las paredes de piedra, proyectando sombras danzantes que lo hacían estremecer. Su piel estaba cubierta de un sudor frío, y sus manos temblaban.

El eco de su propio grito aún resonaba en su cabeza.

Taehyung...

El sonido de un suave tarareo llegó a sus oídos, arrastrándolo de regreso a la realidad.

Jungkook se aferró a esa melodía, a esa voz que le resultaba tan familiar y reconfortante. Sin pensarlo, se levantó de la cama, tambaleándose, y salió de la habitación con pasos torpes. Su mente aún estaba atrapada en aquella pesadilla, en las risas, en las paredes sangrantes. Necesitaba aferrarse a algo real.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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