Capítulo 30: Estelas químicas.

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THV Corporation era una gran empresa internacional con presencia en más de diez países, dedicada a la industria del entretenimiento en Corea del Sur, así como en Japón, donde se encontraban las principales sedes. Kim Tae-Pyung la había heredado de su padre, y éste de su abuelo, por lo que era un negocio que llevaba años en la familia. Generación tras generación, los Kim eran como realeza entre la élite surcoreana y Taehyung era consciente de esa realidad que pesaba sobre sus hombros.

Quizá era por ello que se esforzaba tanto por aprender todo al respecto, no quería fallarle a sus padres ni a sí mismo, estaba dispuesto a lograr que su empresa llegara a más países, que se siguiera expandiendo y capitalizando, lo que no era una tarea sencilla, pero le había tomado amor a su trabajo y a su legado.

Los Kim estaban orgullosos por ver todo el esfuerzo de su hijo, sin embargo, así como Taehyung recibía buenas palabras sobre su descomunal belleza e inteligencia, también muchas de esas personas pensaban que fallaría en el negocio por su condición de doncel, lo hacían ver como si eso fuera un impedimento para sus capacidades, como si su único objetivo en la vida fuera casarse con alguien igual de millonario para darle las riendas de la empresa y él solo fuera el esposo modelo, dedicado a cuidar del hogar y su familia, algo que estaba muy lejos de sus objetivos de vida.

Por supuesto que quería casarse, tener hijos, una vida digna, plena y feliz a lado de alguien que amara, pero no se veía solo de esa manera, también quería continuar con su éxito profesional, que no solo lo vieran como "el hermoso heredero de los Kim" o "el hijo del magnate", él quería ser reconocido por ser únicamente Kim Taehyung. 

Y por más que Taehyung lo pensaba, simplemente no entendía en dónde residía la diferencia cuando él era tan capaz de hacer sus labores justo como todos los demás hombres en el mundo. No era su culpa ser un doncel cuando había nacido de esa manera, los chicos iguales a él eran realmente escasos.

Es más, Taehyung veía su estado como una bendición ya que era capaz de engendrar vida, su cuerpo era una máquina tan perfecta con el poder de concebir y eso era un hermoso regalo, por más que muchos pensaran que era un error de la naturaleza, justo como lo pensaba el padre de Jungkook.

Jungkook... ¿Qué podía decir de él?

Lo amaba. El chico aceleraba su corazón, todos los días y a todas horas. Siempre tenía mensajes de él para desearle los buenos días, las buenas noches, preguntarle si había comido, si estaba bien o necesitaba algo, inclusive le enviaba fotos de Bam y él le respondía con fotos de Yeontan, o como el pelinegro les había llamado a ambos: "sus hijos perrunos". 

Los Kim Jeon. Jungkook reía con ganas cada que los llamaba de esa manera, era tierno.

Taehyung no había podido alegar nada al respecto, simplemente le encantaba ese sentido de pertenencia que lo recorría al ser reclamado por Jungkook como suyo, y quizá estaba mal porque de nuevo estaba cayendo en picada, pero Jeon estaba tan cambiado que era como enamorarse de una persona totalmente diferente, de un ser humano con sentimientos preciosos y quien en todo momento estaba al pendiente de él. Era imposible no amarlo más de lo que ya lo hacía.

El chico no solo lo llenaba de mensajes cargados de afecto, también le enviaba comida hecha por él mismo con uno de los choferes de los Kim, porque alegaba que no quería que se mal pasara, ya que constantemente se la pasaba en reuniones para cerrar tratos con importantes inversionistas extranjeros. 

Fue esa razón por la que en toda la semana no habían podido verse ni siquiera un ratito, pues ambos tenían sus propios asuntos laborales, pero se mantuvieron en contacto gracias a ese tipo de acercamientos y detalles. Existía interés por ambas partes, era recíproco y estaba bien.

All that I want is you... (KOOKV/KOOKTAE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora