Capítulo 43: La maravilla de la vida.

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Jeon Jung-Suk estaba furioso.

Apenas unas horas atrás había recibido una llamada de una de las ex zorras de Jungkook, donde le decía que su plan fue descubierto. En ese momento, la tal Rosé estaba en el aeropuerto junto con el mocoso que pretendía hacer pasar como su nieto, en camino de vuelta a Australia, pues había sido amenazada por el clan de los Kim y a la chica no le habían quedado más opciones.

Todo eso le pasaba por confiar en ella, él pensó que sería lo suficientemente astuta como para manejar las cosas por sí misma, pero al parecer, tanto su hijo como Kim Tae-Pyung habían estado un paso por delante de ellos.

Su coraje fue tanto, que terminó destruyendo las cosas que había sobre su escritorio, incluídos los análisis de paternidad falsos, las fotografías del él junto a su primogénito, sus pocos recuerdos juntos.

Jung-Suk pensaba firmemente que su hijo era un estúpido por negarse a un futuro asegurado con la fortuna de los Jeon. Era un infantil niño de mami que se dejaba guiar por los sentimientos, y todo eso había pasado porque Sana lo había educado mal, débil como ella misma lo era. Por eso jamás pudo llegar a amarla ni siquiera un poco, aunque ciertamente, nunca lo intentó.

La puerta de su oficina fue tocada, eso lo molestó inclusive más pues le había dicho a la tonta de su asistente que no pensaba recibir a nadie ese día. Se encaminó hacia la entrada para reclamarle su incompetencia, pero antes de que llegara a abrirla, se topó de frente con el conocido multimillonario Kim Tae-Pyung.

—¿Ibas a algún lado? —el magnate sonrió levemente, de alguna forma disfrutaba ver el rostro descompuesto de Jung-Suk por la sorpresa, hervía del coraje.

Jung-Suk retrocedió y Tae-Pyung se adentró a la elegante oficina aún sin ser invitado, seguido de Jungkook, quien también hizo acto de presencia para defenderse a sí mismo y a su pareja de vida. Y también, para poner un punto final a su relación con su padre ya que lo necesitaba para poder continuar.

—¿A qué debo el honor de contar con la presencia de tan distinguidas celebridades? —cuestionó el padre del pelinegro con desdén—. Como pueden notar, ahora no es un buen momento para recibir visitas no deseadas.

La oficina era un caos total, producto de la ira descargada contra los objetos materiales. Jungkook pensó en que su padre era un cavernícola en todo el sentido de la palabra, aún no entendía cómo es que en algún momento se cegó tanto por su amor hacia él, que fue su ejemplo a seguir.

Nadie nace sabiendo ser un buen padre, eso es definitivo, pero Jungkook comprendió que ellos no siempre tienen la razón en todo y que está bien cuestionarte a sí mismo si tus creencias son las mismas o solo es una imposición más. Porque no, no tienes que ser la copia exacta de tus familiares cercanos, ni imitar sus patrones de conducta.

Jung-Suk se dirigió al minibar que había en el lugar, con fingida tranquilidad se sirvió un vaso con whisky para él y lo tomó de un solo sorbo. Tae-Pyung simplemente lo miraba expectante, de pie desde su lugar, analizando cada uno de sus movimientos.

El señor Kim siempre mantenía la cabeza fría, no se dejaba llevar por sus emociones, años de práctica en el mundo de los negocios le habían enseñado que un superdepredador simplemente tiene que estar al acecho de su presa sin que ésta se dé cuenta, esperando el momento indicado para atacar. El día de la caza por fin había llegado, porque nadie que intentara hacerle daño a su pequeño hijo saldría ileso.

—¿Les ofrezco algo? —continuó Jung-Suk con una sonrisa cínica—. Supongo que esta visita durará un largo rato.

—Te equivocas —contestó rápidamente el magnate—. Lo que menos me interesa es tener una plática amena contigo, estoy aquí porque necesito que entiendas de una vez por todas tu lugar en la cadena alimenticia... Seúl es mío, cuando yo me retire será completamente de Taehyung, ¿entiendes que un "simple doncel" como tú sueles llamarle a mi hijo, tiene más peso en el mundo de los negocios que tú?

All that I want is you... (KOOKV/KOOKTAE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora