Capítulo 2- La Cosa que Calló del Árbol

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Capítulo 2.

Las demás clases corrieron muy aburridas, todos los profesores me dieron de plazo una semana para entregar todo y pues tenían razón, ellos no sabían cómo tal que había pasado, entonces estaban en su derecho de exigirme los trabajos- o eso creo- a fin de cuentas, nadie me habló más que Gerardo y sí, ya era de esperarse, aunque me hablaran, yo no soy de muchas palabras. Terminó la última clase, tomé mi mochila, me la colgué en un hombro y salí casi corriendo del salón.

- ¡Hey!- la voz de Gerardo me tomó por sorpresa, ¿me siguió?

- Hey- empecé- ¿Qué haces aquí?

- Te voy a pasar los apuntes, ¿lo recuerdas?

- Ah, cierto.

- En serio que estas despistada Emmy- así solía llamarme él.

- Lo siento.

- Bueno, no importa, ¿quieres que valla a tu casa o mejor te dejo?

- No, tranquilo, vamos.

Cuando llegamos a mi casa, decidí que subiéramos a mi habitación, él la conocía perfectamente y no soy muy fan de que mis papás se me queden viendo mientras él y yo hacemos alguna cosa. Cuando entramos, dejé mi mochila a un costado de mi cama y me senté en la misma, mientras que Gerardo se sentó en la silla de mi escritorio y dejó su mochila cerca de la puerta.

- Wow, que desorden hay aquí- dijo observando con mucha claridad mi habitación.

- Si, bueno... Lo siento.

- Nada de "lo siento"- imitó mi voz- vamos a escombrar este cochinero.

- ¿No ibas a ponerme al corriente en las materias?

- Sí, pero como vamos a hacer eso, si esto esta asqueroso.

Suspiré y él se levantó de la silla parándose en frente de mí, tomó mis manos y me levantó para empezar a escombrar.

- Es más, si vamos a hacer esto, hay que hacerlo bien- continuó, tomó una bocina que estaba en mi escritorio y puso un cd de Britney Spears.

Volvió a tomar mis manos y me hizo dar una vuelta sobre mi eje derecho con 'lonely' de fondo, después salió y regresó con una bolsa para basura y empezamos a acomodar todo. Yo empecé a cantar 'Overprotected' a todo pulmón; por primera vez desde que mi hermano murió me la estaba pasando bien. Cuando terminamos, ambos estábamos cansados, por lo que nos acostamos en la cama viendo el techo. Podrán decir que es infantil, pero en el techo tenía pegadas unas estrellas y pequeñas lunas que brillaban en la oscuridad.

- Solo, tómalo con calma, ¿sí?- Gerardo tomó la iniciativa de la conversación.

Giré mi cabeza hacia él y él se giró a mí, haciendo que yo le dedicara una pequeña sonrisa y le asintiera con la cabeza, sabía de lo que hablaba y creo que tenía razón.

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Al final, nos pasamos toda la tarde haciendo mis trabajos, no terminamos todos, pero hicimos la mayoría, fue divertido.

- Nos vemos mañana, Emmy- me dijo ya con un paso fuera de mi casa.

- Hasta mañana- me despedí.

Mis padres no estaban, ambos trabajan y llegan tarde a casa, así que tomé una mochila, metí un cuaderno y mi lapicera y después salí un rato a mi lugar preferido, ellos no sabían del lugar. Caminé a paso relajado hasta llegar a la cima de una tipo montañita donde habían 5 árboles seguidos, hacían una línea recta y lo demás era un pasto bien cuidado, me gustaba venir aquí cuando no sabía que hacer o cosas así. Me senté bajo el tercer árbol, saqué mi cuaderno y mi lapicera y comencé a dibujar lo primero que se me viniera a la mente, al principio no le encontré ni la más mínima forma, pero a como avancé, empezaba a parecer una mujer,- a mi punto de vista, claro- estaba tan concentrada en mi dibujo que literalmente brinque cuando algo calló de arriba del árbol.

- Ay, duele mucho- escuché que decían desde el otro lado del árbol.

Justo en ese instante me paré a como pude para ir a ver qué era o más bien, quién era con mi lápiz como arma. Estaba a un paso de llegar a él, sí, era un él, un chico de cabello castaño, poco más alto que yo, vestía con un pantalón de mezclilla y una playera gris, en su mano izquierda posaba un pequeño telescopio y aún él en el suelo se sobó la nuca, tenía una mueca de dolor. Di un paso atrás y pisé mi cuaderno- que había dejado a un costado para poder levantarme- ocasionando un pequeño ruido. Hice una mueca. ¿Me habrá escuchado?

- ¿Hola?- dijo al aire.

Creó que sí me escucho, levanté mis cosas lo más rápido que pude y las guardé en mi mochila, cuando me la colgué, él extrañamente estaba parado en frente de mí. Aguanté la respiración.

- Lo siento, ya me iba- empecé e hice un ademán para esquivarlo.

- ¿Qué...?, no te estoy corriendo de aquí, además, él que tiene miedo soy yo, ya puedes bajar el lápiz.

Ou, el lápiz, es cierto.

Bueno, tenía razón, soy una tonta.

Ahora que lo tenía de frente, pude darme cuenta de que poseía unos ojos color miel que le brillaban hermosamente, su piel era no tan morena y parecía que no había comido en varios días,- bueno, no es que yo coma de a montones, pero al menos poco más que él, sí- pero, ahora que lo pienso, no lo había visto nunca, ¿no irá a clases?

- Lo siento- me detuve a un lado de él.

- No te había visto nunca, ¿apenas te mudaste?

- No, vivo en esta ciudad desde hace unos años- le expliqué.

¿Por qué le decía eso?, Ni siquiera lo conozco. Aquel chico se sentó donde antes yo estaba e hizo un ademán con su cabeza para que me sentara a su lado. Negué con la cabeza y él puso mala cara. No tuve de otra más que sentarme junto a él.

La Estrella Que Nunca Se Apagó- TERMINADA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora