Epílogo.

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Epílogo.

"Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayoría
de las personas no hacemos otra cosa que existir"

-Oscar Wilde.

<☆><☆><☆>Thiago<☆><☆><☆>

Un par de años después.

Otra noche más llorando en mi habitación, creí que después de lo sucedido lograría ser más fácil, pero no es así, la extraño y de más, no sé cómo seguir sin ella...

- ¡NO PUEDO!- grité bajo mi almohada.

¿Ya era de día?

El despertador sonó a las 12:35pm y me levanté sin ganas de mi cama. Me vestí a la fuerza y salí de casa, emprendiendo un camino lento y triste hasta llegar a donde trabajaba.

Escuela Primaria La Única

Mi trabajo era de profesor de literatura o matemáticas en una escuela primaria, trabajaba como suplente y como ya han pasado unos años, soy maestro de 5to de primaria en lo que termino mis estudios como astrónomo.

Seguir adelante me ha costado mucho trabajo, eh dejado de dormir, incluso he dejado de comer, mis ánimos no están y Tulio ha intentado levantarme, pero no puede, no se puede, la única que me mantenía era Emma y ya no está.

Regrésenme mis ganas de vivir la vida, ya no puedo más, sin ella me siento vació y solo siento dolor.

- Buenas... tardes, profesor Funes- me dijo la profesora Eva que me estaba reemplazando en lo que llegaba.

- Gracias por el reemplazo, ya se puede retirar- le pedí.

Se acercó la pelinegra a mi oreja y me susurró.

- Es obvio que nada está bien, pero tranquilo, no te obligaré a decir nada, suerte.

Y se retiró del salón de clases dejándome pensativo.

- Buenas tardes, alumnos, saquen sus libretas- todos obedecieron mi orden y sacaron sus libretas.

- Profesor- dijo una de las alumnas, sino me equivocaba, se llama Lucia, pero no lo sé, en mi cabeza solo encuentro el nombre "Emma".

- Dime- me senté en la esquina del escritorio, recargando mis manos sobre la mesa.

- ¿Por qué a estado de ese humor?, algo triste, seco y aburrido, antes nos daba clases alegre y divertido.

Apreté las manos sobre la mesa al recordar la sonrisa de Emma ante cualquier tontería que yo llegaba a pronunciar.

Bajé la cabeza y un nudo se formó en mi garganta impidiéndome hablar.

Negué con la cabeza en forma de respuesta.

Tomé aire y hablé.

- Por favor, quiero que me hagan un dibujo...- dije pero las palabras se me cortaron.

- ¿De qué o sobre qué?- preguntó otro estudiante.

- Eh... de lo que quieran.

No dije nada más y mis alumnos comenzaron a dibujar, siendo sincero, no sabía que más dejarles para hacer. Caminé entre ellos para supervisarlos y me aguanté las ganas de llorar al ver un dibujo de una alumna llamada Christine, era un dibujo similar al que dibujo Emma el día que murió. Eran dos personas sentadas bajo un árbol con un fondo de estrellas, se veía pacífico, pero me transmitía tristeza y soledad.

- ¿Le gusta profesor?- me preguntó la alumna haciéndome salir de mis pensamientos.

- Si, es muy bello, tienes talento.

Después de eso, hicimos una lectura muy larga, mis alumnos eran muy inteligentes- casi no hay de estos- y la mayoría prefería leer que hacer algo de cualquier otra materia, por eso nos enfocábamos en terminar un libro que recomendó un alumno, el cual yo lo leo por Emma, es de Alice Kellen, tiene un título algo familiar con mi historia con Emma, aunque no le he prestado gran atención a la trama, se llama "Nosotros En La Luna" y lo estoy leyendo porque sabía que era la escritora favorita de Emma y quería seguir recordándola.

Por desgracia, hay ciertos momentos en los que olvido la melodiosa voz de Emma, olvido sus caricias y sus suaves labios contra los míos. Y es algo que no quiero olvidar, no quiero olvidar a mi único amor, ¡a mi vida!

La lectura fue lo bastante larga, que no nos dimos cuenta de que ya era tarde y casi sería la hora de salida de los alumnos y mi hora de regresar a llorar a mi casa.

Las estrellas empezaban a aparecer en el cielo y los alumnos me suplicaron por hacer lo de siempre, que era salir al patio de la escuela a ver las estrellas y después discutir sobre que nos pareció o que vimos a través de ellas.

Claro, mi opinión no la daba.

Creo que ya es obvio que doy clases en el turno vespertino, desde siempre me gustó el turno, me da cierta nostalgia.

Después de tanto insistirme, salimos y todos se tiraron al suelo a ver las estrellas. Acto que me recordó que si Emma veía eso se mataría por lo sucio que estarían los uniformes después.

Acompañé a mis alumnos y me acosté en el suelo a ver esas lindas estrellas.

Se oscureció un poco más y más, estrellas salieron y brillaban con gran intensidad...

Esas dos estrellas brillantes aún no salían pero habían dos similares lo cual me recordó a que las originales le pertenecían a Emma y a mi madre, ambas, mujeres que lucharon hasta más no poder, mujeres que me hicieron feliz y mujeres que amaré toda la vida; ellas fueron mi todo y lo serán hasta que yo valla a ellas.

En eso, de la nada, una estrella fugaz cruzó el hermoso cielo. Seguía pareciendo tonto, pero deseé que Emma reencarnara de alguna manera, no me enamoraría de nadie más que ella, una y otra vez, poder verla una vez más, tocarla una vez más, es lo único que anhelaba.

Algún día la volveré a ver y ese día, será el más feliz que llegaría a tener en toda mi cruel vida, ese día, me salvaré, me liberaré.

Si por mi fuera, hace tiempo me hubiera matado, pero no lo hago por ella, porque sé que no le gustaría verme caer tanto.

Casi en el momento que pasó, entendí que era Emma, que era ella, que estaba bien y me lo decía de esa manera, no necesitaba que me lo dijeran para entenderlo.

- ¿Qué era eso que pasó por el cielo tan rápido, profesor?- Vamos, son de primaria. Me preguntó un alumno (el más despistado de hecho).

Sonreí y felizmente respondí su pregunta.

- La estrella que nunca se apagó. Mi estrellita fugaz.

Fin.

La Estrella Que Nunca Se Apagó- TERMINADA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora