CAPÍTULO XLI (Parte 1)

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No puedo creerlo.

Sinceramente me parece... Sorprendente.

Nunca. Jamás. EN MI VIDA. Había sentido algo así, fue casi como...Si le tuviese ganas.

Madre mía.

Calmaos.

No puedo, esto no es muy yo de mi parte.

Algún día iba a pasar, dramática.

Ahh, me voy a morir.

No digo que sea malo, no, claro que no. Es decir, ¿Quién no le tendría ganas? El punto aquí es, que siempre me causó una cierta repulsión ese sentimiento. No porque me resulte un acto indebido, no es por religión o algo por el estilo, es por experiencia propia que tan solo ese sentimiento me llena de asco.

Pero hoy, hoy eso cambió. Quería más, deseaba más, mi cuerpo necesitaba más. No supe cómo reaccionar, simplemente me asusté, no sé si estoy lista para eso, se que lo quiero más no sé si estoy lista para intentarlo.

El día de hoy me siento dando vueltas alrededor de la misma duda: ¿Estoy lista para intentarlo? ¿Será que puedo confiar en él?

Confío en él, lo hago, pero no he podido decirle todo sobre mí. No he juntado el valor para vulnerarme frente a él y soltar todo lo que me mantiene estancada en el vacío profundo de la agonía.

Debo hacerlo pronto, necesito tiempo para decidirme, aunque tiempo es lo que menos tengo justo ahora. Debo darle una respuesta a mamá, antes de que sea tarde, y cualquier decisión que tome resultará egoísta.

Si acepto, dejaré a Aarón, dejaré todo lo que deseaba por cobardía. Si me niego, mamá lo hará también, seré egoísta por escoger mi felicidad por sobre la seguridad de mi familia. Estoy demasiado estresada. No puedo escoger, no quiero hacerlo.

Me encuentro recostada en mi cama, supuestamente observando la televisión, aunque en realidad estoy clavada en mis pensamientos. No estoy sola, cabe recalcar. Aarón se encuentra recostado sobre mi pecho, por lo que parece está dormido, mientras paso mis dedos por sus rulos lentamente una y otra vez en forma de caricias.

Anoche no he querido que se fuera, así que le dije que podía quedarse ya que era muy tarde. Obviamente no protestó, yo me sentía bastante nerviosa, él solo entró como si fuese su casa. Y así llegamos a el día de hoy, el recostado sobre mí y yo maquinando ideas al mil por ciento.

Obviamente no podía ser tan perfecto, algo tenía que interrumpir la paz y tranquilidad de este bello momento. Su móvil comenzó a sonar, lo escuché quejarse pero no se movió, dejó de sonar un momento hasta que repicó de nuevo.

—¿Vas a atender? —murmuré.

—Mhm—negó.

—¿Seguro?

—Sí

Asentí, seguí acariciando su cabello un rato más hasta que volvió a sonar el móvil. Frustrado, se separó de mí, tomó el móvil de la repisa a mi lado y atendió; volviéndose a recostar a mi lado. Estaba tenso, así que me acurruqué sobre su pecho, intentando que dejase de estar molesto.

—¿Qué quieres? —lo escucho decir.

No sé quién lo llamaba, ni si es importante, espero que no lo sea. No quiero que se vaya.

—Dime que solo estás jodiendo—dijo de pronto—Mierda.

Fruncí el ceño, me acomodé para mirarlo directamente, no suena muy feliz que digamos. Así de sencillo se arruina una bonita mañana. Genial.

—Bien, voy para allá—respondió.

Nouu, ¡yo estaba muy cómoda así!

—¿A dónde irás? —pregunté.

Dangerous Love © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora