CAPÍTULO XXXII

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Aarón Wilson

Los malditos quejidos de Louis no han sido lo que me ha despertado, fue algo que ciertamente no me estaba esperando. En primer lugar, estaba dormido en una silla, en segundo lugar la pelinegra se encontraba a mi lado y en tercer lugar sus piernas estaban sobre mi regazo. ¿Cómo llegaron ahí? Me hago la misma maldita pregunta, aunque no me quejo

Idiota

Ya que estamos de acuerdo sobre las posiciones, entra Louis gritando por alguna estúpida razón, iba a despertarme para golpear su estúpida cara cuando la chica baja sus piernas de mi regazo. La cosa es que al bajarlas rozó a mi compañero de vida ahí abajo, sí, lo ha rozado.

Debo admitir que no he sido para nada discreto sobre lo que eso me causó, al menos la pelinegra seguía medio dormida como para darse cuenta. Anoche fue bastante peculiar, algo por muy fuera de mi zona de confort, se suponía que iría a echar un polvo con Amanda pero decidí quedarme. Soy un idiota, ¿Quién cambia echar un polvo por quedarse a dormir en una silla?

El idiota que preguntó.

Estaban diciendo algunas cosas mientras yo me preocupaba por relajarme. No soy un virgen como para alborotarme así con un simple roce, aunque llevo un tiempo sin tener sexo, ocupo echar un polvo pronto. De pronto escuché al pelinegro alzar la voz y le lancé dagas con la mirada.

—¿¡Que no grit...!?—al ver mi rostro se calmó y dio un suspiro—Blake, Wilson, ¿podrían quitarse de ahí ya mismo? Gracias.

Estoy bastante exhausto como para aguantar sus dramas de señora en este momento, por lo que me puse de pie y seguí a la chica hasta la salida. Noté como se tocaba la parte trasera de su cuello haciendo una mueca de dolor, por un mínimo segundo me vi forzado a evitar sonreír y es que no sé qué tipo de brujería practica esta mujer que con solo verla quiero sonreír. Es una completa tortura y me está comenzando a fastidiar.

Me hace ver como un idiota, ya van dos veces o más que me pierdo de satisfacer mis necesidades en el aspecto sexual por tener que vigilarla. No ha sido porque quiera, es simplemente que necesito tener un ojo en ella antes de que joda todo. Además, puede hacerme idiota, pero no estúpido. Sé que ella sabe cosas, sabe que hemos sido nosotros los que hemos robado su móvil y me dejó claro que no confía al aparecer en aquella fiesta hace unos meses.

La chica tiene una personalidad fuerte, es reservada y puede parecer tímida, pero tiene un carácter de los mil demonios y no sé por qué carajo eso me pone de los nervios. Cualquier persona que me hablase como ella lo hace ya tendría un tiro en la cabeza y como treinta más en el resto del cuerpo solo por despecho. Pero no, con ella no puedo, y es por muchas cosas pero la inicial me persigue.

—Blake—hablé.

—Mhm...—murmuró.

Conectó sus ojos Hazel con los míos, me quedé mirándola, pensando que decir. Ni siquiera sé por qué le hablé en primer lugar, ahora debo inventar algo.

—Tienes saliva seca en la cara—dije lo primero que se me vino a la mente.

Su expresión fue de vergüenza pura, me hubiese gustado tomarle una foto, enmarcarla y colgarla en la puerta para que todos se burlen. No soy tan malo. No creí que se la fuese a creer pero cuando elevó su mano y las yemas de sus dedos comenzaron a frotar agresivamente la comisura de sus labios me fue imposible no reír, era bastante gracioso.

Ahora, una parte de mí quiere seguir hablando con ella, me importa un carajo que tengamos que ir a trabajar. Pero la otra parte me dice que debo alejarme para no empeorar todo. Creo que sabemos que parte ganó.

—Del otro lado, bruta—negué con la cabeza.

Y bien, ahora, me arrepiento de no haberle hecho caso a mi parte razonable. Esa parte mía siempre tiene el mando pero esta vez se esfumó y me dejó cometer una niñada. Voy a vomitar. Me encontré a mí mismo limpiando la inexistente mancha de saliva en su rostro y juro que me hubiese quitado al segundo de no haber sido por la mirada que me lanzó, la manera en que se puso nerviosa y... Joder, sus labios.

Dangerous Love © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora