CAPÍTULO VII

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—¿Qué rayos haces aquí?

—¿Por qué no me contestas las llamadas? —se levantó del sofá—No sabes lo preocupado que estaba, Blake.

Lo miré fijamente a los ojos con odio—Claro...ahora si te preocupas ¿no? —solté un resoplido—Pero bien que me jalaste como si fuese una muñeca de trapo allá en el casino.

Suspiró—Yo... Blake estaba molesto y traía un par de tragos encima—intentó acercarse a mí pero retrocedí—Sabes que yo nunca te haría daño, amor.

Tragué grueso—No me llames así.

—¿En serio vas a terminar todo esto por un simple error? ¿Vas a echar a la basura los dos años que llevamos juntos? —preguntó con incredulidad.

—No, desperdicié esos años de mi vida contigo.

—¿Después de que te he dado todo? ¿Cometo un simple error y así me lo pagas? Has hecho cosas peores y no terminé contigo, Blake.

—No me compares contigo—dije irritada—Porque yo jamás te he faltado al respeto. Jamás.

—No, pero has hecho estupideces que he tenido que arreglar yo. Jamás te he hecho algo malo, todo lo que he hecho por ti no merece esto.

—Entonces vete—señalé la puerta—Ni siquiera deberías estar aquí. ¿Cómo entraste?

—¿Te estás viendo con el tipo del casino verdad? Por eso quieres terminar—afirmó—Tuvimos una sola maldita pelea y te vas a coger con otro.

—¿Pero acaso te estás escuchando? —subí el tono—No soy esa clase de persona y lo sabes. No vengas a afirmar cosas que no son ciertas de mí, mucho menos en mi propia casa.

—Es que he estado para ti en todo momento. ¡He estado en tus momentos malos aguantando tus lloriqueos y no tardas ni un día en buscarte a otro! —gritó.

Auch.

—¡Pero en ningún momento te pedí que estuvieras! ¡Fue decisión tuya! ¡Así que me dejas en paz o llamo a la policía!

—¿Es que en realidad todo esto no fue nada para ti? —dijo afligido—Yo te amo, Blake.

—Fui totalmente cegada por el miedo—murmuré—No le creí a mis amigos cuando me dijeron que eras poca cosa, pero ahora veo el gran error que cometí.

Tensó la mandíbula y se acercó a mí en un movimiento rápido. Agarró mis muñecas y las contuvo mientras me arrojaba contra la pared.

Me miró con tanta rabia, que todo el enojo que tenía cambió a miedo. Esa mirada la he visto ya tantas veces...

—¡Suéltame!

—¡No me vengas a poner como el malo del cuento! —gritó, manteniéndome con fuerza contra la pared—Por qué hasta hace unos días aún estábamos bien, llegó ese imbécil y todo se fue al carajo.

—¡Y por qué carajos lo metes! ¡Qué no ves que apenas y se su nombre! —intenté separarme pero era más fuerte—¡No lo conozco! ¡No tiene nada que ver!

—¡Entonces hay que arreglar las cosas!

—¡No quiero! ¡No quiero tener nada que ver contigo!

Forcejeé tanto como pude pero dejé de intentarlo cuando vi su rostro. Chispeaba ira, rabia, como si no tuviese control.

Me tomó del cuello con su mano libre y lo apretó con brusquedad casi dejándome sin aire. Comencé a hiperventilar, todo parecía en cámara lenta. Me dolía, sabía que dejaría marcas, no podía respirar.

Dangerous Love © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora