CAPÍTULO XLVII

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No hay punto de vista

El terror que inundaba a cada uno era indescriptible. Asher al mirar la desesperación con la que su amigo manejaba detrás de la ambulancia, a toda prisa, temía lo que pasaría si algo malo llegase a pasar.

Amanda se sentía terriblemente culpable, había sido egoísta, y ahora gracias a ella todo se fue en picada. Ver a su único amigo, a su compañero de risas, cayendo en un barranco repleto de miedo le hace sentir aún más culpa. Jamás había querido a Blake por lo que ella le causaba a Aarón, más sin embargo, siempre supo que era una persona buena. Ahora sentía que pagaba factura por todos sus errores.

Charlotte, ella podría llegar a ser mucho más madura que todos ellos juntos si se lo proponía. Intentaba mantener la calma por todos, al ser su hermana, debe mantenerse serena o causará mucho más pánico del que ya hay. Pero por dentro la angustia la está comiendo viva, ver el cuerpo adormecido de su hermana frente a ella la está destrozando lentamente.

Louis, jamás llegó a establecer un lazo con Blake como todos, pero no era porque así lo quisiera. Él, así como el resto, sabía que algo así sucedería y prefirió no establecer amistad con la chica porque no podría cargar con un peso así. Aunque, desde que Charlotte se enteró de su verdadera identidad, gracias a Amanda, no ha recibido ni una sola mirada por parte de ella y cree que es igual a lo que quería evitar.

Amanda y George llevan siendo amigos de Blake por cuatro años, para Megan sería como perder a su única hermana. Su amistad es verdadera, es de esas que arrasan con todo, de esas que te llenan completamente, de esas a las que no podrías jamás lastimar, de esas que sin importar que van a estar ahí y el simple hecho de pensar que eso pueda desaparecer hace que su corazón duela.

Cada uno tiene su historia con ella, cada uno tiene sus motivos para no querer perderla. Aarón tuvo su primer amor real con ella, se abrió ante ella como nunca antes lo había hecho con nadie, porque aunque tuviese amigos y contara con ellos; nunca se permitió volver a sentir una clase de amor más fuerte hacia alguien pues cuando lo hizo esas personas le fueron arrebatadas.

Él vio morir a su madre frente a sus ojos, vio morir a su hermana en un incendio justo frente a él y ahora no quería ver morir al amor de su vida. No quería, no estaba listo para tal escena, y es que no puede irse aún, aún no resuelven nada. Pero sobre todo, aún no recibe su perdón.

Las siguientes horas pasaron tan lento para él, su paciencia se agotaba a cada segundo. La chica había sido trasladada hasta la zona de urgencias, no le permitían verla y eso lo frustraba. No comprendía como podían todos estar tan tranquilos esperando, el sentía que nada estaba bien, deseaba correr hacia ella y hacerle saber que no estaba sola. Que nunca lo estaría, por más furiosa que estuviese.

El doctor apareció, derramando gotas de esperanza sobre cada uno de ellos. Ella había superado la operación, a pesar de estar gravemente herida, era incluso más fuerte de lo que todos creyeron. Pero para ellos nunca había solo buenas noticias, porque no puede haber bien sin un poco del mal.

Lo había logrado, sí, pero se encontraba en una línea fina. Una línea fina entre la muerte y la vida, no se encontraba ni allá ni acá. Había perdido demasiada sangre, sería un milagro que sobreviviera, debían darle unas horas para descansar y ver si lo lograba.

Necesitaba pasar a verla, no podía creer nada de lo que dijeran hasta no haberla visto con sus propios ojos. El doctor no se los permitió, no había pasado ni una hora desde que salió de la operación, entrar ahora sería una mala idea.

Ya nadie parecía si mismo, Megan intentaba contener el llanto pero le era casi imposible. Amanda, Louis y Asher se encontraban charlando, parecían ser los únicos que mantenían la compostura. Charlotte había estado en silencio todo el rato, no había soltado ni un sollozo, apenas podías notar si respiraba.

Su mente divagaba en todas las memorias que pasó junto a su hermana, la única persona en toda su vida que nunca la dejó detrás, que siempre la puso primero a ella antes que a si misma. El peso en su pecho incrementaba al pensar que su hermana vivió un infierno para que ella pudiese tener una vida normal y ahora quizá no habría tiempo para agradecerle.

Aarón, inconscientemente la tomó en un abrazo, sabía que lo necesitaba y así fue. Ella al fin se dejó llorar sobre su hombro, no pudo mantenerse estable más tiempo, solo necesitaba dejar salir todo.

La horas siguientes transcurrieron con lentitud, nadie había comido ni les apetecía. No habían dormido por horas, llevaban casi un día esperando a que alguien se dignase a aparecer. El doctor no volvió a aparecer, la secretaria no los dejaba entrar sin órdenes del doctor.

Sin embargo todo parecía estar tranquilo y eso era buena señal. Nadie supo en qué momento pero habían caído en un sueño pesado, necesitaban descansar pero ninguno quería irse de ahí.

Blake jamás se sintió querida hasta que encontró a éste grupo de personas, siempre sintió que no era suficiente para nadie. Llegó a pensar muchas veces que Megan solo sentía lástima por ella y se molestaba con ella misma por aquello, pero al pasar los años comenzó a comprender que en verdad la apreciaba. A pesar de haber estado con ellos por poco tiempo, se convirtieron en una familia para ella y recibir tal traición por parte de ellos le dolió demasiado.

Todos despertaron de golpe, cuando un grupo de enfermeras se adentró a donde se encontraba Blake. El terror volvió a consumir sus pensamientos y Aarón no pudo contenerse más, se puso de pie y cruzó las puertas. Pasó por unas cuantas habitaciones y cuando llegó a donde estaban todas las enfermeras y el doctor se detuvo.

Una de las enfermeras se notaba triste y de pronto cubrió el cuerpo frente a ella con una manta, para cuando él apareció, ya habían colocado la manta. No sabía quién se encontraba debajo, tomó la carpeta colocada fuera de esa habitación y leyó el nombre. Su mundo se vino abajo, sentía como si no pudiera respirar.

Elevó la mirada y negó repetidas veces. —No, ella no es, es alguien más. Tiene que serlo—Pensó. Abrió las puertas con una rapidez y se acercó hasta donde yacía el cuerpo.

El doctor no se lo impidió y hubiese deseado que lo hubiera hecho. Cuando retiró la manta y observó el rostro sin vida, sintió una punzada en el pecho. Era ella. Era Blake. Su princesa.

—No —murmuró con un temblor en sus labios—No, por favor

Trató de contenerse pero el dolor era más fuerte que cualquier clase de autocontrol. Se incó a un lado de ella y se derrumbó ahí mismo, lo único que les bastó a los demás para ir hacia él fueron sus gritos desgarradores resonando por el pasillo.

Cuando llegó el resto y lo miraron ahí, en el suelo llorando sin control, todos quedaron destrozados ante tal escena. Ver a aquel chico siendo tan vulnerable, incluso ahora que ella ya no estaba. Charlotte comenzó a llorar, su corazón quedó conmovido, pues su hermana nunca se había sentido suficiente ni se había entregado devotamente a alguien, y ahora presenciar como tanta gente en verdad se preocupaba por ella, que consiguió tener ese amor de película le hacía sentirse orgullosa de su hermana. Le costaba creer que no estaría para presenciarlo, para darse cuenta de que siempre fue suficiente y mucho más.

Se negaba a aceptar que se había ido. No le entraba la idea, no tenía sentido.

Ahí en aquella sala de hospital, a tan solo unas semanas de diciembre, todos lloraron y se lamentaron por su partida. Todos sabían que no sería los mismo, que quizá nunca lo sería pero sabían que ella siempre iba a estar con cada uno de ellos.

Dangerous Love © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora