CAPÍTULO XX

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Bajamos del auto y me dijo que mantuviera la mirada baja, tal vez puedan reconocerme. Pregunté si a él no le reconocerían por ser un mafioso pero me ha dicho que no me preocupara por él. Pasamos por el grupito de motociclistas y sentí de pronto el ambiente muy tenso.

Uno de los hombres me hizo el chiflido callejero, ese del fiu fiu, no le hice caso y seguí caminando. Aarón a mi lado es un gigante, debería ser suficiente para ahuyentar a esos malandros, pero no parecía importarles con quien venía. Respiré hondo, manteniendo la calma.

—Hola guapa—se me acercó uno

Me alejé con disgusto y seguí caminando pero este me detuvo agarrándome del brazo fuertemente. Parecía estar ebrio, se tambaleaba levemente y su cara de idiota lo decía todo.

—¿A dónde tan linda? —me dijo.

—Suéltala—contestó Aarón.

—Uy...cuando acabes con este puedo ser siguiente—me ofreció.

—Suéltame—musité.

—Me gustan las difíciles, mucho más si se ven así—se lamió los labios y me repasó de pies a cabeza.

Qué asco, que repugnante ser. Cada día me sorprende menos la cantidad de gente en este mundo que es así.

—No te gustará mi puño en tu cara—contesté.

Zafé mi brazo de su agarre y retrocedí un poco, tal vez por miedo de que reaccionase mal ante mi comentario. Y en efecto, su expresión cambió totalmente a una de enojo pero no hizo más nada.

—Vamos—me dijo Aarón y seguimos caminando.

Entramos al bar, había unas cuantas mesas de billar, una barra de bebidas y unas mesas normales. Había gente, mucha gente, la mayoría llena de tatuajes. Aarón parecía encajar bien aquí tan solo por su ropa, llevaba una chaqueta negra de cuero con unos jeans y una camiseta blanca debajo. Sus dedos cubiertos con anillos, su expresión seria e intimidante.

En cuanto a mí, pues soy un minion, al menos he vestido de negro porque si no en verdad sería humillante estar aquí. Nos sentamos en uno de los bancos frente a la barra del bar, había un escenario donde estaban unas mujeres bailando mientras un hombre cantaba. Que estilo tienen.

La muchacha del bar nos miró, corrección, lo miró de pies a cabeza sonriendo. Pobrecilla, el hombre ni siquiera la ha mirado a los ojos, está mirando el resto del lugar.

—¿Qué se le ofrece? —preguntó directamente hacia él.

El chico me miró y se encogió de hombros, supongo que me toca elegir a mí. No venimos a pasar un bonito rato así que algo sencillo y que pueda tolerar.

—Dos cervezas por favor—pedí

Me miró y asintió con la cabeza, algo decepcionada. Miré a todos lados, por la foto que me enseñaron será fácil reconocer a un hombre con la melena más larga que la mía. Aquí o están calvos o con peinados extraños.

—¿Nada? —le pregunté

—No, avísame si ves algo—ordenó.

Revisé todo un rato hasta que me aburrí, la chica trajo las cervezas y la de él venía con una nota. ¿Cómo le hace? En el trabajo todas las de mi área se le quedan viendo con la baba de fuera y cada que sale también. No es justo.

—Tienes bastantes admiradoras—le dije antes de darle un sorbo a mi cerveza.

—Todas son iguales—se encogió de hombros

—Que romántico—ironicé.

—Yo no soy de romanticismo, princesa.

Ese nombrecillo me comienza a poner los pelos de punta. Lo dice con un tono de burla pero al mismo tiempo no, es estresante.

Dangerous Love © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora