Encariñarse con alguien no estaba en sus planes, pero no podía negar la constante atracción que había crecido entre ustedes desde el primer momento que se encontraron y te ayudó a llegar a tu clase. Desde ese momento supo que se encontraba perdido sin siquiera notarlo hasta que fue demasiado tarde.
Se repitió una y mil veces que no tenía que desarrollar sentimientos hacía ti, porque era más que consciente que tendrías que irte en cuanto el semestre terminara y no habría marcha atrás, no estaba dispuesto a encariñarse con una persona que sabría que tendría que irse tan pronto como llegó.
Pero uno no manda en su corazón, él no tuvo esa elección y cuando menos esperó estaban compartiendo su primera noche llena de suspiros y anhelos, conociendo los puntos débiles del otro y propinando caricias en la aterciopelada y tersa piel del contrario mientras recitaban sus nombres como si fueran la composición de la más maravillosa melodía al oír del contrario.
Y es que se sintió tan adicto al primer toque, que cuando se dio cuenta y decidió alejarse, había sido demasiado tarde. Por eso mismo, la última noche que pasaron juntos y el tema llegó repentinamente, decidió salir de ahí antes de que pudiera decir algo que lamentaría, sin medir las consecuencias.
¿Mintió? Sí, porque todo ese tiempo se encontraba en el callejón a un costado de los condominios, esperando a que salieras para poder ingresar y regañarse así mismo por cometer tal estupidez. Lo que no contaba era que te convertirías tan alejada en tus últimos días de estadía que no supo de ti hasta el día que faltaste, corriendo la voz que te habías marchado al ya haber concluido el semestre.
No se atrevió a llamarte, tampoco a mandarte ningún mensaje; No tenía la cara ni las fuerzas para atreverse a comunicarse, por lo que solo se regocijó en su propia miseria, perdiendo el interés de todo.
Llegó el final, la graduación pasó y decidió experimentar nuevos lugares, tomando el primer avión lejos de donde pertenecía y decidiendo andar a su propio paso. La aventura y el recorrido habían sido de su agrado, pero aún no lograba encontrar su propio lugar estable, frustrándolo en el proceso.
Esa mañana decidió avanzar con un nuevo propósito en mente, aventurándose entre las calles transcurridas de la ciudad en un clima tempestuoso como le gustaban. Cuando el semáforo peatonal se puso en rojo, negando el paso, y los automóviles circularon por la avenida, decidió enfocar su mirada en el folleto entre sus manos para lograr trazar la ruta que tomaría.
Levantó la mirada para ubicar el nombre de las calles y volvió la vista al papel, totalmente confundido y frunciendo el ceño en el proceso. Iba sacar su celular para apoyarse en el mapa, cuando un carraspeo lo distrajo.
—¿Te encuentras perdido?—La voz femenina a su lado lo hizo voltearse para encontrar el rostro de la persona.
Y ni en un millón de años imaginaba volver a encontrarse con aquel rostro con el cual soñó por tantas noches y lloró tantas madrugada en busca de pedir perdón.
Y ahora estaban frente a frente, en distinta locación pero similar situación, ¿Irónico, no?
—Tú...—Susurró por lo bajo, aún consternado.
Frunciste el ceño, sin entender su reacción; Pero cuando viste a detalle su rostro y el gesto cambió de sorpresa a la angustia, los recuerdos se precipitaron en tu mente y frunciste más el ceño.
¿Qué hacía él en ese lugar? ¿Por qué, de todos los lugares posibles por visitar, se tenían que encontrar en ese? Y es que no lo habías olvidado, no lo habías podido hacer y simplemente te acoplaste a una idea ajena, deseando que él hubiera rehecho su vida y así hacerte a la idea de las mínimas posibilidades de encontrarse.
Pero nada salía como querías.
—Oh, eres tú.—Susurraste evitando expresar una mueca y te volteaste, deseando que el semáforo cambiara lo más rápido posible.
—Tú- tú no has cambiado en absoluto.—Murmuró, guardando el folleto en su bolsillo y prestando toda su atención en ti.
Y no habías tenido un gran cambio, probablemente solo te habías hecho pequeños retoques en el cabello y tu forma de vestir se volvió más rígida a la de antes, dándote un toque más formal y seria.
—Puedo decir lo mismo de ti.
—Me alegra volverte a ver.—Susurró con un toque bajo y te giraste, deseando haber escuchado mal.
—¿Te alegras de volver a verme? ¿Realmente lo dices?
Cuando no contestó y viste como el semáforo cambió y las personas cruzando, fue tu oportunidad para huir y dirigirte al lado extremo, pero sus pasos resonaban detrás tuyo.
—Sí, me alegra realmente verte después de tanto tiempo, pareces estar bien.—Mencionó tan pronto como llegaron a la cera, lejos del camino de los automóviles, y te detuviste.
—¿Parezco no haber sufrido una ruptura silenciosa, o haberla recibido y poder superarla?—Apretaste el bolso contra tu costado y torciste los labios.
—Yo... Tienes que creerme, no era mi intención lastimarte, jamás lo fue.
—¿Entonces por qué te fuiste sin decirme nada? Me alejaste como si todo lo que compartimos se hubiera reducido a un polvo de una noche y no una historia que iba a concluir, ¿Pero sabes qué? Probablemente era la mejor manera porque de lo contrario si me hubiera atrevido a dejar todo por ti.—Cuando las últimas palabras salieron de tu boca, maldijiste por decirlo en voz alta y apretaste los ojos.
—¿Dejarlo todo?—Pareció sorprendido por lo dicho pero solo negaste ante su cuestionamiento.
—No tiene importancia algo que ya pasó. Tengo que irme, pero espero que encuentres el lugar a donde te estás dirigiendo, nos vemos.—Cuando te dispusiste a irte, su mano agarró tu codo, deteniendo tu andar.
—Yo quiero pedirte perdón, no quería lastimarte.—Sus disculpas parecían sinceras, solo te limitaste asentir.
—Solo necesito confirmar algo que supuse desde el inicio, ¿Nunca fuiste con tus amigos, verdad?—Cuando su mano cayó a su costado y te miró con sorpresa, moviste tu cabeza en un ligero asentimiento.—Cuando iba a unas cuadras de tu departamento, volteé a ver sin algún propósito en particular, solo lo hice. Te vi entrar, saliste del callejón a un lado de donde vives y te dirigiste adentro, por lo que te mandé mensaje y me dijiste que apenas ibas con tus amigos pero jamás saliste de ahí y supuse que solo querías que me fuera y lo hice, volví a mi lugar de origen y todo acabó pero te vuelvo a encontrar, esa incógnita perduró por mucho tiempo pero ahora por fin la pude resolver, gracias.
—Déjame explicarte, puedo hacerlo...
—Ahora tengo algo de prisa, necesito irme.—Antes de que pudieras irte, recordaste justo tu primer día y te giraste para recitar las mismas palabras que tanto recordabas.—¿Qué te parece si me lo dices la próxima vez que nos miremos? Así tienes una razón para acercarte a hablarme. Sin presiones ni eventos de por medio, solo en un día normal y relajado.
Antes de que pudiera responder, te alejaste a paso apresurado y tomaste un taxi al ver que llegabas tarde a tu destino. Cuando subiste, sentiste tu corazón latir desbocado y trataste de calmarte, pues ese encuentro tan inesperado te había sacado de todo pensamiento racional.
Y una parte de ti deseaba volver a encontrarlo, mientras que la otra lo aborrecía.
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Pensando... Pensando en hacerlo mi próxima historia corta, porque los imaginas no le alcanzan.
Pd. Estamos a 10 imaginas de acabar esto, ojito con ello.
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✎ Imaginas (II) ✓
RomanceSegundo libro lleno de imaginas. Fecha de inicio: 12-09-21. Fecha de terminación: 28-02-22.