Fighting.

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Te encontrabas afuera del restaurante con una expresión decaída pero no se comparaba por todo lo que sentías dentro de ti. Para ese momento te encontrabas decepcionada y molesta con tu novio, el cual no se presentó para la cita que tenían con tus padres.

Después de haber esperado por él aproximadamente una hora y media, llamar a su trabajo para saber si sabían algo de él y simplemente quedar mal con tus padres porque no parecía, ellos decidieron comer algo ligero y luego retirarse, diciendo que no te preocuparas y que ya habría razones válidas para su ausencia. 

Pero sabías que la respuesta no te gustaría porque sospechabas el verdadero motivo de sus ausencias cada vez mas notorias. 

Cuando lo viste doblar la esquina mientras acomodaba la parte superior del traje que llevaba puesto, negaste mientras sentías aquel malestar instalarse en la boca del estómago. Porque lo que tus ojos captaron era lo que más temías. 

A una distancia prudente y sin vendas en sus manos, notaste los nudillos raspados y con leve rastro de sangre. Por el tiempo que tardó en llegar dedujiste que habían de por medio una de las tantas peleas que le habías pedido que dejara hace tiempo y que a la hora que lo citaste recién había empezado, probablemente se había sentido confiado en ganarla rápidamente pero había salido todo lo contrario.

—¿Por lo menos ganaste la pelea?—Cuestionaste cuando llegó y pudiste ver su expresión de sorpresa al verte frente al restaurante con los brazos cruzados. 

—Oh, amor... No te había visto, ¿Qué te parece si pasamos y...?—No lo dejaste terminar cuando volviste hablar. 

—¿Hablas en serio? Llegaste casi cuatro horas tarde, mis padres acaban de irse hace una hora y yo solo quería confirmar mis sospechas.—Cerraste los ojos tratando de relajarte pero todo tu cuerpo estaba tenso.—¿Realmente valió la pena mentirme por tanto tiempo? 

—Yo- tuve trabajo extra y por eso me retrasé, la pila de mi celular murió y no pude avisarte y hasta hace poco salí y- yo, uh, vine corriendo lo más rápido que pude.—La forma en que ocultó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y la mueca que se tragó por sus heridas recién hechas solo te hizo decepcionarte más, sin recalcar su forma de mentirte en la cara. 

—¡Deja de mentirme! ¿Crees que no sé que seguiste peleando? ¿Qué cada noche no desapareces para asistir a tus estúpidas peleas y vuelves en la madrugada? ¿Creíste que era tan ingenua como para tragarme tu mentira por tanto tiempo?—Agarraste su muñeca y con un tirón sacaste la mano del interior de su bolsillo, exponiendo sus nudillos.—¿Crees que seguiré creyendo que esto te lo hiciste en el taller? 

—Déjame explicarte, te juro que tiene una explicación válida.—Comenzó hablar pero soltaste tu agarre de su mano y diste un par de pasos hacía atrás. 

—Es que ya no puedo creer cualquier cosa que digas porque todo este tiempo estuve viviendo bajo tus mentiras. ¿Tus empleos realmente existieron o solo fueron para encubrir tus salidas? ¿Cómo podías dormir tan tranquilo sabiendo que me mentías? Oh, ya sé, la única manera de que me dijeras era probablemente que terminaras en el hospital con heridas graves y tuvieran que llamarme para recogerte, ¿No es así? Como la última vez que pasamos por ello, esto es un ciclo sin fin y no pienso seguirlo por más tiempo. 

Cuando te vio la intención de alejarte, agarró tu mano para impedir que  te marcharas. —Necesitas saber lo que realmente pasó, déjame explicarte.

Aunque ya estuvieras lo suficientemente molesta y decepcionada por la situación, decidiste escucharlo para poder tener un panorama completo, aunque creías que fuera lo que fuera sería difícil hacerte cambiar de opinión. 

✎ Imaginas (II) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora