Capítulo #13

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Allecra

Han pasado ya más de 4 horas o bueno eso es lo que yo creo, no lo sé muy bien con exactitud y este cabrón no ha vuelto para desatarme, sigo mirando a la puerta esperando a que entre en cualquier momento, pero no lo hace.

Mis lágrimas corren libremente por mis sienes hasta mi cabello, no sé cuándo dejarán de caer pero quiero que se detengan ya, me duelen mucho las muñecas, me arden las palmas de las manos por haber clavado un montón de veces mis uñas en ellas, la humedad entre mis muslos me hace sentir muy incómoda y culpable.

Me siento tan vulnerable en esta situación, solo espero que mi pequeña hermana no venga a verme y tenga que ver esta imagen tan atroz, ni ahora ni nunca.

No creo poder soportarlo, el decepcionar a ella también.

Estoy divagando perdida en mi mente, cuando escucho que abren la puerta muy despacio,  me congelo creo que hasta dejo de respirar, mi cuerpo se llena de terror otra vez.

¡No, no puede pasar otra vez!, No, No, No...Dios apiádate de mí, que he hecho para merecer tanto sufrimiento.

Cierro mis ojos con fuerza como sí eso pudiera salvarme de algún daño que me quieran hacer, mis lágrimas caen más rápido, me lamento y ruego sin importar quién me escuche.

—¡Por favor, no me lastimes, no tengo nada que ofrecerte, no lo hagas por favor!, no tengo nada de valor que puedas tomar—ruego desesperada, haré lo que sea para no volver a experimentar ese dolor indescriptible.

Siento que me están desatando las manos, hasta que caen inertes en la cama a cada lado de mi cabeza, adolorida dejó que de a poco se vaya esa sensación de estar dormidas por haberlas tenido tanto tiempo atadas.

Rápidamente recojo mis piernas y me siento tratando de taparme lo mejor que puedo mis pechos con mis manos y enfrentar a quién entró en mi cuarto, abro los ojos y levantó la vista, para quedarme sin palabras por la gran sorpresa que me he llevado al ver que es Leo, él que vino a ayudarme.

—¿Él te mandó para qué estés conmigo también?, por qué si es así, estoy dispuesta a luchar con uñas y dientes para que no me toques ni una sola parte de mi cuerpo—le siseo con una seguridad que no tengo, pero él no debe de saber eso, solo que no dejaré que me tenga.

— ¿Estás de broma verdad? , no me va eso de coger las sobras de Dante, así que quédate tranquila además no eres mi tipo, me dijo que venga a desatarte y que te vistas muy elegante, baja que van a salir a un evento importante—me dice sin emoción alguna en su rostro, de seguro debe ser una broma.

¡Por qué no lo voy a hacer que se joda!

—¡Que se pudra no iré a ningún lado con él!, no estoy con ganas de salir a ningún lado en este momento de todos modos—respondo con todo el enojo que siento. ¿Quiere qué me vista y haga de cuenta qué no me acaba de tratar peor que a un perro?

— Es tú problema no el mío, pero si quieres estar atada más tiempo la próxima vez, pues sigue así que vas por buen camino, el tiempo corre, jefa—dice con burla el muy miserable antes de irse.

Me pongo de pie de mala gana, para ir al baño y poder sacarme el hedor de él de mi cuerpo, antes de entrar a la ducha, me quito las medias y la ropa interior hecha jirones, las tiro dentro del tacho de basura, no las quiero volver a ver.

Abro la ducha y dejó que el agua caiga en mi cuerpo lavando todo rastro de él, unos segundos después grito con todo mi ser, descargó toda mi irá, frustración y dolor, en ese grito.

Golpeó todos los artículos de aseo que estaban a mi alcance, haciendo un desastre total dentro de la ducha.

¡Eso no sirve de nada!, siento que este sentimiento me está consumiendo por dentro y con más fuerza que cuando estaba en casa de mis padres, tengo que buscar una salida lo más rápido posible o moriré a manos de este ser tan despreciable.

Me Compraste pero jamás seré tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora